Cuando una personas sensata reflexiona acerca de la desobediencia a las órdenes de Al-lah, Todopoderoso, llega a la conclusión de que es algo desagradable, que conduce a la perdición, y que tiene consecuencias muy graves para el desobediente y la gente a su alrededor. A continuación analizaremos seis corolarios del pecado a los que se expone el pecador:
1. La enfermedad:
Según el informe sobre el SIDA presentado por la ONU el 24 de noviembre del año pasado, 25 millones de personas han muerto a causa de esta terrible enfermedad, y más de 60 millones han sido contagiados desde que se descubrió este mal.
Una vez se diagnostica a la persona que ha sido infectada por este mortal virus, recuerda la hora, los minutos o los segundos de placer y “felicidad” que vivió y le da asco, se arrepiente y desea con todo su ser haber sido sensato y no haberse dejado llevar por el deseo; pero ya es demasiado tarde. El Profeta Muhammad, sallallah 'alaihi wa sallam, dijo: “No ha existido una nación en la que la indecencia y el pecado se haya generalizado a tal punto que se convierte en algo normal para las personas, sin que la peste y la pobreza se extienda por todas partes como nunca antes había pasado”. [Ibn Mayah]
2. El escándalo:
Esto ocurre cuando se descubre que ha sido infectado por este virus mortal, porque se lo encontró infraganti cometiendo un pecado o porque los efectos del pecado cometido son evidentes, como cuando alguien se embriaga, la borrachera descubre el pecado cometido.
3. La adicción:
La mayoría de los adictos cayeron en las redes del mundo de las drogas y el alcohol por curiosidad, porque quisieron probar algo nuevo, experimentar nuevas experiencias o porque simplemente en su interior había un deseo oculto. En un comienzo todo está “bien” y bajo “control”, por ello se va dejando llevar por lo que cree que es alegría y felicidad; pero pronto se da cuenta de que lo que al principio disfrutaba ahora le crea angustia, pues ya no se conforma con un poco, y un solo trago o dosis ya no le es suficiente, sino que su cuerpo comienza a pedirle dosis cada vez mas numerosas, constantes y mayores.
4. La pobreza:
Cuando el pecado se apodera de la persona al punto de que corre por sus venas, esta es capaz de hacer y gastar lo que sea con tal de lograr satisfacer sus deseos y pasiones. Le duele dar un solo centavo en caridad. Ya no hay dinero para los gastos de su familia, tampoco para pensar en una inversión que lo haga crecer, por el contrario, solo piensa en que quiere más y cada vez más lo que lo hace “feliz” (el pecado). No hace cuentas a la hora de gastar en lo que está prohibido, porque el pecado ha conquistado su ser; y así los bienes van disminuyendo hasta acabarse.
Zauban reportó que el Profeta Muhammad, sallallah 'alaihi wa sallam, dijo: “La provisión de una persona es disminuida a causa de los pecados que cometa. Lo que Al-lah ya Ha Designado o Destinado no puede ser cambiado más que por medio de la súplica; y la piedad hace que la vida sea más larga”. [Ahmad, Annasai’, Ibn Mayah y Al Hakim]
5. El remordimiento:
Este es uno de los castigos en esta vida por haber transgredido los limites establecidos, por haber destruido el orden de la familia, por no haber cumplido con el deber hacia ella y por haber sembrado en su seno malos hábitos y costumbres. Debe ser condenado a que viva con preocupación, a que sus nervios estén siempre alterado y no pueda conciliar el sueño, todo esto por haber violado los derechos de los demás, dañado una relación legal, obtenido dinero de forma ilícita y haber sido el causante de que lo indecoroso, vergonzoso y pecaminoso se haya esparcido por todas partes.
El remordimiento que siente lo altera, y lastimosamente los que terminan pagando los platos rotos son los miembros de su familia. No hay un solo pecador que pueda controlar su furia y, por lo tanto, que pueda convivir con los demás en paz y armonía. Cuando está con los suyos, gritos, insultos y hasta golpes es lo único que les da. Esto le pasa a todos los pecadores, a menos de que sea alguien que nunca haya sabido que lo que hace es pecado y que no haya leído o escuchado las advertencias que Al-lah y Su Profeta, sallal-lah 'alaihi wa sallam, hicieron respecto al castigo en el más allá.
Al Bujari registró que Ibn Mas’ud, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: “Ciertamente el creyente ve sus pecados como una montaña que está sobre él y que teme que lo aplaste, mientras que el inicuo los ve como una mosca que se paró sobre su nariz (la cual espantó y lo dejó de molestar)”.
6. El castigo en la Otra Vida:
El peor castigo no es ser arrojado al Infierno como muchos piensan, sino que es el ser privado de la complacencia de Al-lah, de ver Su Rostro, escuchar Su Voz y sentir Su cercanía, porque estas son las más grandes bendiciones que puede recibir una persona en el más allá. Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {Quienes obren el bien obtendrán la mejor recompensa [el Paraíso] y una gracia aún mayor [contemplar a Al-lah]. No sentirán pesar ni humillación, y ellos serán los moradores del Paraíso donde vivirán eternamente. Pero quienes hayan obrado el mal solamente, serán castigados acorde a él. Sentirán humillación, y no encontrarán quien les proteja [del castigo] de Al-lah. Sus rostros se opacarán como la oscuridad de la noche. Ellos serán los habitantes del Fuego, donde permanecerán eternamente.} [Corán 10: 26-27]
Por último, recordemos lo que Ibn ‘Abbas, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: “Las buenas acciones iluminan el corazón y hacen que el rostro resplandezca, que el cuerpo se fortalezca, que la provisión se incremente y que sea apreciada la persona por la gente. En cambio, el pecado oscurece el corazón, opaca el rostro, debilita el cuerpo, disminuye la provisión y hace que la gente desprecia a la persona que se sume en él”.