Esta era una familia feliz. La madre estaba contenta, el padre tranquilo, y el niño solía jugar con sus padres, a veces con bloques de construcción y otras veces con el balón. La familia tenía salidas frecuentes… al club, a visitar a sus tíos, al parque de diversiones, a la playa, etc. Ambos padres tenían especial cuidado de proveer entretenimiento apropiado para el niño, ya que la recreación rejuvenece y refresca nuestras vidas. Esto también era practicado por el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, y sus honorables Compañeros, que Al-lah Esté complacido con todos ellos. El mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, solía hacer competencias con ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, jugaba con Al Hassan y Al Hussain, que Al-lah Esté complacido con ellos, quienes eran aún muy pequeños, y se dirigía a ellos diciendo: “¡Cuán excelente son sus camellos y cuán excelente carga son ustedes!”
De repente, este hogar feliz fue importunado por un terrible aparato: el computador. El pequeño niño escuchó acerca de él y lo vio en casa de uno de sus amigos. Les rogó a sus padres hasta que ellos accedieron, con mucho gusto, y por amor al niño, a comprar el nuevo aparato. Al principio, los padres pensaron que este era igual que cualquier otro aparato, y que el niño lo usaría por una o dos horas y luego continuaría su vida normal, se sentaría con sus padres, jugaría con sus amigos y haría las tareas de la escuela. Sin embargo, la realidad fue mucho más allá de las expectativas de los ingenuos padres.
Pronto descubrieron que la vida del niño giraba en torno al computador: era la primera cosa que utilizaba cuando despertaba, y la última cosa que utilizaba cuando antes de irse a acostar. El computador se convirtió en la fuente de sus tristezas y alegrías. En resumen, este artefacto, el computador, es su mayor preocupación y atrae toda su atención. Su relación con sus padres se debilitó: ya no los saludaba como solía hacerlo. Por el contrario, el aparato causó que se volviera desobediente con ellos. El computador lo hacía decidir quiénes eran sus “enemigos”: si alguien quería quitarle su computador, el niño sacaba el arma de la ira, el descontento, el enfado y la obstinación.
El aparato ocupaba la mayor parte del tiempo del niño: ya no iba a visitar a sus vecinos como solía hacerlo, a menos que ellos tuvieran un computador, debido a lo cual las disputas y controversias estallaban entre ellos. Su relación con sus amigos se debilitó, y él ya no distingue a sus enemigos de sus amigos. Está confundido respecto a todos los conceptos básicos y estándares de vida, pensando para sí mismo: “El computador es mi único amigo”.
Estimado progenitor, nuestra religión, el Islam, es una religión de templanza y moderación, en la cual no hay extremismo o desviación de las enseñanzas del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam. Al-lah, el Todopoderoso, Dice (lo que se interpreta en español): {Hicimos de vosotros una comunidad moderada y justa…} [Corán 2:143]
Querido progenitor, de ninguna manera podemos negar la importancia de este aparato, y su necesidad para el musulmán moderno que le gusta mantenerse al día con lo que sucede a su alrededor. Esto es digno de elogio si se deriva del deseo de ser un musulmán fuerte, a fin de completar la imagen ideal a la que todo musulmán debe aspirar; me refiero a la imagen indicada por la hija del virtuoso Profeta Shu’aib (Jetro), la paz sea con él, como el Corán nos revela (lo que se interpreta en español): {… ¡Oh, padre! Contrátalo, pues qué mejor que contratar a un hombre fuerte y honesto.} [Corán 28:26]
La capacidad para usar el computador es uno de los criterios modernos de fuerza y habilidad, pero el mal uso de este aparato destruye la estructura social de la familia y, consecuentemente, la comunidad. Es lo que la gente llama un arma de doble filo.