Encontramos muchos de los fieles a los que les redunda en la cabeza y en sus conversaciones que la clave del resurgimiento y la prosperidad de esta Ummah (Nación Islámica) está en el "poder", y que el uso de la fuerza es el único medio para que los musulmanes salgamos del letargo en el que nos encontramos y haya un “renacimiento” del Islam. Para ellos la palabra poder se resume en una sola cosa: las armas. Asumen que por medio de las armas es que los enemigos nos derrotaron y que fueron estas las que le dieron la gloria a nuestra Nación en el pasado, y que de ellas depende estrictamente nuestro futuro.
De este pensamiento se han derivado otros términos, no propiamente con el significado que conocemos, como “ejército”, “lucha”, “sacrificio”, etc. Por eso escuchamos que algunos dicen: “somos el ejército tal”, o “yo lucho por esta causa y me sacrifico”.
Pero no debemos olvidarnos del poder que tiene la llamada “fuerza blanda”, el cual es más peligroso que la “fuerza física” y tiene un mayor alcance e impacto en las mentes de la gente, en especial en las de las nuevas generaciones, las cuales se ven afectadas por la influencia que esta tiene en la moral, el comportamiento y conducta humana.
Además, es inadmisible que pasemos por alto la fuerza que tiene el conocimiento, el cual se ha convertido en la balanza de peso para medir el grado de progreso de un país, su producto más valioso y la mayor riqueza que una nación puede acumular. No por nada hoy en día el 50% de la riqueza de los países desarrollados la representa esta fuerza.
La fuerza de los medios de comunicación tiene un impacto acumulativo en la mente y la conciencia de las personas, y se ve revertido en la influencia que tiene sobre ellas, porque de forma silenciosa hace que la gente vaya aceptando ideas y costumbres, y las vaya asimilando en sus vidas. Este poder, el cuarto poder, es más peligroso que los aviones, tanques y barcos de guerra, es mas destructivo que una bomba atómica.
Un estado puede ser derrotado militarmente, pero salir victorioso sembrando las semillas de su cultura, pues en pocos años vera los frutos en el comportamiento de aquellos que lo habían vencido con las armas. Lo contrario también puede suceder, es decir, ganar en una batalla, pero no poder influenciar a las personas que se han sometido.
En el Corán, Al-lah nos Advierte de la gravedad del uso de la “fuerza física”, primero Diciéndonos que debemos ser agradecidos por Habernos enseñado la forma de protegernos del daño de las armas; Dice (lo que se interpreta en español): {Y le Enseñamos cómo fabricar cotas de malla para vosotros, para que se protegieran en los enfrentamientos. ¿Es que no vais a ser agradecidos?} [Corán 21:80] En otro verso, se muestra cómo Al-lah le Enseñó a Su Profeta David, la paz sea con él, la forma de confeccionar y construir lo necesario para la defensa contra el ataque de los agresores; Dice (lo que se interpreta en español): {[Le Dijimos:] Haz cotas de malla cuyas argollas tengan una justa medida [propicia para el enfrentamiento, ni muy livianas ni muy pesadas]} [Corán 34:11] De estas aleyas se puede determinar que definitivamente las armas no son lo mejor, y por ello es que Al-lah Ha Enseñado al hombre cómo debe protegerse antes de pedirle que las use.
Lo anterior se complementa con el siguiente versículo (que se interpreta en español): {Hemos Hecho descender el hierro, en el que hay gran poder y beneficio para los hombres. Al-lah Sabrá quiénes se esfuercen sinceramente por Su causa y la de Sus Mensajeros; Al-lah Es Fortísimo, Poderos.} [Corán 51:25] El hecho de que el poder que es referido en esta aleya venga seguido de la mención del beneficio, aclara todo lo que hemos venido diciendo hasta el momento; esto, porque el poder se utiliza en ocasiones para destruir, someter, corromper y dañar a los demás.
Hasta la misma biografía del Profeta Muhammad, sallallah 'alaihi wa sallam, para muchos es solamente Al Magazi (las batallas), olvidando por completo el periodo que él y sus Sahabah vivieron en un comienzo en la ciudad de la Meca. Fueron 13 años donde sufrieron los peores ataques en contra de sus vidas, su dignidad y su fe; sin embargo, vemos que la orden en ese momento era la paciencia, ni siquiera podían atacar en defensa propia. Así, agotaron todos los medios pacíficos posibles, para que de esta manera su ser se enriqueciera y fortaleciera por medio del control de las pasiones y el aprendizaje de los principios fundamentales del Islam. Como tampoco hay que pasar por alto que luego en Medina la vida de los musulmanes tuvo grandes logros en todo sentido, y que las batallas fueron solamente ocasionales y que no fueron estas las que le aseguraron la permanencia y estabilidad al Estado Islámico.
Hasta en el primer enfrentamiento de los musulmanes con los politeístas de la Meca vemos cómo ellos, los creyentes, no querían luchar, no era su prioridad, pues habían aprendido otras formas de lograr sus objetivos. Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {Y [recordad] cuando Al-lah os Prometió que uno de los dos grupos [la caravana de Abu Sufian o el ejército que había venido a protegerla] caería en vuestras manos. Vosotros deseabais que la caravana fuera vuestra.} [Corán 8:7]
La inclinación de muchos hacia esta idea, la del uso de la fuerza como medio para el resurgimiento, ha afectado su relación con las personas más cercanas a ellos. Tratan a sus hijos, cónyuges, padres y hermanos con dureza. Si estos están involucrados en el sector de la educación, los vemos utilizando métodos agresivos hacia sus estudiantes. Pareciera como si vivieran en un cuartel militar donde solo hay malos tratos y órdenes nada más.
El sistema político se ha enrarecido con esta forma de pensar, trata a los ciudadanos con cierta paternidad, no porque los trate bien y con justicia, sino porque les enseña que las decisiones difíciles e importantes solo las toma el Estado, y les pide que acepten incondicionalmente lo que ha resuelto. ¿No es esto una coacción a la libertad?
Esta forma de pensar ha llevado a que las personas se desliguen de su responsabilidad en al reforma de la sociedad, la política y cualquier otro frente. Muchos solo esperan que haya un golpe de estado para que se cambie el sistema político del país.