¿Ha deseado alguna vez algo tanto que haría lo que fuese por obtenerlo? ¿Emplearía todo su tiempo y dinero por cumplir ese deseo? ¿Ha sentido alguna vez un anhelo que simplemente no deja de existir? ¿Rezaría tan intensamente y tan a menudo hasta que sus ojos se inundaran de lágrimas? Lea la siguiente historia para que se entere de las dificultades que enfrentan algunas parejas:
La historia de Imán
“Desde siempre supe que quería tener hijos –tal vez debido a que provengo de una familia grande. Cuando estaba buscando marido, era muy importante para mí como trataba a los niños. De hecho, lo que me empujó a tocar el tema del matrimonio con mi ahora esposo fue su trato con los recién nacidos. Después de aproximadamente dos años de matrimonio comenzamos a intentar tener hijos. Tratamos de que quedara embarazada más o menos por un año. Al no tener éxito, asistimos a una clínica de fertilidad para que nos hicieran estudios a mí y a mi esposo (es normal que quedar embarazada se lleve todo un año, por eso, la mayoría de las clínicas se rehúsan a realizar estudios a la pareja antes, a no ser que exista un problema obvio). Nos hicieron muchos exámenes. Los doctores solo encontraron un problema menor que pensaron era fácil de solucionar. Creímos que me embarazaría rápidamente y estábamos muy esperanzados.
Fue entonces que decidimos probar un procedimiento conocido como inseminación intrauterina (IIU). Después del primer intento en los Estados Unidos, nos fuimos a vivir a Kuwait. Ahí, vi un letrero sobre la escalinata de una clínica kuwaití que contenía las aleyas coránicas en las que Al-lah Dice (lo que se interpreta en español): {A Al-lah pertenece el reino de los cielos y de la Tierra; Él Crea lo que Le place, Agracia a quien Quiere con hijas, y a quien Quiere con hijos. O les Concede hijos varones y mujeres, o les Hace estériles; en verdad, Él Es Omnisciente, Omnipotente.} [Corán 42:49-50]
Eso fue un recordatorio de que pasase lo que pasase era la voluntad de Al-lah, y de que debía aceptar lo que fuera que Él Tenía planeado para mí. Después de otros dos intentos de inseminación intrauterina quedé embarazada. Con el permiso de mi médico fui de ‘Umrah (peregrinación menor) a La Meca. Mientras estaba ahí comencé a sangrar y me dijeron que había sufrido un aborto espontaneo. No obstante, tras regresar a Kuwait tuve un sangrado vaginal leve y sentía molestias en el costado derecho. Lo que me habían diagnosticado como aborto espontaneo en realidad resultó ser un embarazo ectópico. Me operaron y lograron salvar la trompa de Falopio gracias a que el embarazo había sido detectado a tiempo. Estaba feliz de que habían logrado salvar mi trompa de Falopio, pero me sentía un poco decepcionada. Creo que aun no había aceptado en realidad la voluntad de Al-lah ni había aprendido a apreciar todo lo que podría llevar a cabo debido a la falta de hijos (contribución a la fundación de una escuela islámica, estudio en un programa intensivo de árabe, ir de ‘Umrah en el último momento, etc.).
Consulté nuevamente al médico en Estados Unidos, y al volver a Kuwait intentamos dos veces más la inseminación intrauterina y después probamos la fecundación in vitro (FIV). Alabado Sea Al-lah quedé embarazada mediante la fecundación in vitro; no obstante, seis semanas más tarde tuve desafortunadamente un aborto espontaneo. Después de esto, realmente comencé a aceptar la voluntad de Al-lah. Encontré la forma de enfrentarme a los numerosos efectos secundarios de las drogas usadas en los procedimientos (volubilidad, sudores nocturnos y depresión). Me di cuenta de que embarazarme podría llevarse tiempo (el no quedar embarazada jamás era una idea confinada al rincón más oscuro de mi mente). Cuando me resigné a la voluntad de Al-lah también comencé a considerar más seriamente como sería mi vida sin hijos, a concentrarme en los aspectos positivos de esa situación y a pensar en todo lo que podría hacer por la comunidad de tener tiempo disponible. Fuimos nuevamente a los Estados Unidos y ahí se llevaron a cabo cuatro ciclos más de inseminación intrauterina. Durante esos intentos nos topamos con el problema de tener que deshacernos tal vez de uno o varios fetos, ya que mis ovarios habían producido demasiados óvulos y eso significaba un incremento en la probabilidad de un embarazo múltiple. Hablamos al respecto con un especialista, y él nos dijo que hay ciertos desacuerdos en esa materia y nosotros éramos quienes debían tomar la decisión. Esto era algo sumamente difícil, pero yo sabía que si el embarazo múltiple se daba no podría deshacerme de ninguno de los fetos (no quedé embarazada, y por lo tanto no tuvimos que decidir al respecto.) Después probamos la FIV con una Inyección Intracitoplasmática de Espermatozoides, pero tampoco tuvimos éxito. Más tristeza y decepción, y nuevamente resignación. Si bien a otros no les gustaba que lo dijéramos, ya habíamos comenzado a aceptar el hecho de que tal vez nunca tendríamos hijos. Seguíamos intentándolo, pero ya habíamos aceptado la decisión de Al-lah –fuese la que fuese. Entonces nos mudamos nuevamente, y así encontramos una clínica que era famosa por su trabajo vanguardista en tratamientos de infertilidad. Ahí intentamos nuevamente la fecundación in vitro con diferentes combinaciones de medicamentos, y finalmente quedé embarazada. ¡Alabado Sea Al-lah! Tras cuatro años de intentar y de suplicar continuamente, finalmente habíamos obtenido lo que tanto queríamos. Gracias a Al-lah el embarazo se desarrolló sin complicaciones y fuimos bendecidos con un hermoso hijo.
Mi consejo para quienes enfrentan el mismo problema es que se informen sobre los medicamentos y tratamientos, que se preparen para aceptar eso como parte de su vida (al menos por un tiempo), que sepan que habrá altas y bajas, que sean pacientes con los consejos de quienes no sufren tal problema (especialmente cuando no se detienen a pensar que todo gira alrededor de inyecciones y ultrasonidos), que traten de apreciar las gracias y oportunidades que Al-lah nos Ha Dado y sobre todo, que sepan que Al-lah Está con ellos y que Él Es quien mejor Planea nuestras vidas.”