Los pequeños problemas, son como una espina que se va clavando en medio de la estabilidad familiar cuando la pareja no los sabe manejar y los agranda sin razón, hecho que puede llevar a la desintegración del matrimonio.
La profesora Yamila Al Marzuq, quien dicta charlas en cursos educativos sobre el matrimonio, dice: “Cuando las pequeñeces que suceden en la vida matrimonial son agigantadas por una de las partes o ambas, en especial cuando discuten y traen a escena esos pequeños percances por los que han pasado, exageran en reclamar o repiten una y otra vez lo mismo, puede abrir una brecha de distanciamiento entre la pareja que imposibilita la continuidad normal del matrimonio”. Por lo anterior, hace un llamado a cada uno de los que van a formar una familia o ya están casados a que no sean intransigentes, tercos y obstinados, y a que no le den más valor del que merecen a las contrariedades por las que, sin lugar a duda, atravesarán.
Cuando uno de los cónyuges enciende la llama de la discordia por cosas y casos insignificantes, está llevando su matrimonio a un callejón sin salida, en el cual no hay espacio para el diálogo. Debemos imaginarnos a la otra parte siendo sorprendida a cada momento con una discusión sin fundamento o razón alguna o siendo atacada cuando hace una observación; definitivamente esta actitud generará en esta persona una respuesta agresiva y, en el menor de los casos, desistirá de cualquier intento de acercamiento y diálogo.
Ejemplos de pequeñeces agrandadas
La profesora Yamila nos da algunos ejemplos de la vida real sobre tonterías que han llevado a parejas a vivir momentos desagradables, que deterioraron su relación y que, en algunos casos, casi terminan en divorcio.
En una ocasión, luego de dos semanas de haber consumado el matrimonio, la esposa preparó el almuerzo, colocó el pollo sobre el arroz en el mismo plato y esto le molestó a su esposo, el cual no dudó en reclamarle de una manera muy fuerte, se cerró en un asunto tan fútil que se amargó él y a su esposa casi por dos semanas.
También, nos cuenta de la vez en la que uno de los esposos dejó, por olvido, abierto el tubo de la crema dental. Al siguiente día, cuando su pareja iba a usarla, se encontró con que la pasta estaba seca; sin la menor consideración se enfureció y ofendió a su cónyuge de tal forma que por poco terminan divorciándose. ¿Por qué? ¡Por una crema dental! Lo mismo sucedió con otra pareja, por culpa de un jabón que ya se estaba disolviendo.
Por estos y muchos otros casos, la profesora Al Marzuq aconseja que las parejas se centren en lo importante, que abran espacios de discusión sobre asuntos relevantes, como la crianza y educación de los hijos, planes futuros para mejorar el bienestar familiar y la manera de alcanzar los sueños que cada uno de los esposos se han establecido como pareja. Así que la pareja debe buscar controlar sus emociones negativas frente a asuntos que no tienen importancia pero que, de agrandarlos, pueden desestabilizar la vida conyugal y acabar con una familia.
Recordar siempre las buenas maneras
Continuando con sus consejos, la profesora Yamila, hace una llamado a que, cuando se discuta algún asunto en pareja, se haga utilizando palabras adecuadas y que la pareja esté serena, ya que esto contribuye a lograr el objetivo del diálogo y a que sanen heridas que posiblemente se hayan abierto.