Fátima Bint Muhammad Ibn Ahmad
Introducción
Casi puedo sentir el impacto de las personas al leer en el título del presente artículo. Lo más probable es que este impacto se deba a la triste situación en que muchos musulmanes se encuentran hoy en día.
Actualmente, las mujeres no pueden enseñar a sus esposos debido a las siguientes razones:
1. No tienen la clase de conocimiento suficiente para enseñar a sus esposos.
2. Los esposos no quieren aprender de sus esposas (¡que vergonzoso es que mi esposa me enseñe!).
3. Uno de los dos está demasiado ocupado como para tomarse el tiempo de sentarse juntos para aprender la religión de Al-lah.
4. Uno de los dos tiene poco o ningún interés por estudiar el Islam.
Además, los musulmanes del pasado eran muy diferentes a los musulmanes de hoy en día. Hubo un tiempo en que los esposos se sentaban juntos con un amor en común por el conocimiento de esta religión.
Quienes están familiarizados con el conocimiento islámico deben saber que los eruditos viajaban durante meses en búsqueda de solo un hadiz del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Para esos hombres, tener una mujer culta como esposa era una gran bendición en este mundo y una fuente de respeto y honor.
Cuán injusto es entonces etiquetar a los eruditos del Islam como patriarcales y misóginos. Tristemente, en el mundo de hoy la ignorancia se está esparciendo; los modernistas (de quienes se derivan las “feministas islámicas”) llaman a la reinterpretación de las Palabras de Al-lah, Su Profeta y la Jurisprudencia en su totalidad, sosteniendo que el Islam que tenemos hoy en día es el resultado de las opiniones, pensamientos e ideas de los hombres.
A todos los que crean que es denigrante aprender de sus esposas, a todos los que dicen que la mujer musulmana no tiene ningún rol en la difusión del conocimiento, a todos los que dicen que el Islam es una religión misógina y patriarcal, a todas aquellas mujeres que buscan cambiar la Jurisprudencia Islámica sosteniendo que es androcéntrica, los invito a continuar leyendo.
Fátima Bint Muhammad Ibn Ahmad
Conoceremos a una de las más grandes juristas de su tiempo. Ella era reconocida por su profundo conocimiento de la Jurisprudencia Hanafi. Era la hija del gran erudito y jurista Muhammad Ibn Ahmad Ibn Abu Ahmad ‘Ala’ Ad-Din As-Samarqandi, que Al-lah le Dé Su perdón, cuyo libro Tuhfat Al Fuqaha es muy conocido por los eruditos y estudiosos. Ella no solo aprendió Fiqh de su padre, sino que memorizó su libro.
Ser un jurista no es algo simple, se necesita conocer muy bien los versos coránicos, la Sunnah del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y los principios de la escuela de Jurisprudencia en la que se desea basar los reglamentos. Además, se necesita tener conocimiento de las circunstancias y las necesidades del mundo contemporáneo.
El conocimiento de Fátima Bint Muhammad Ibn Ahmad era tal que excedía al de su esposo, quien consultaba sus opiniones, especialmente cuando erraba al transmitir una fatwa. Su esposo era ‘Ala’ Ad-Din Abu Baker Ibn Mas’ud Al Kassani, que Al-lah le Dé Su perdón, quien era muy distinguido en los campos de Al Usul y Al Furu’. Él escribió un comentario en Tuhfat Al Fuqaha titulado Bada’i As-Sana’i, y se lo mostró a su Shaij (el padre de Fátima), quien quedó deslumbrado con él y lo aceptó como una dote para su hija, aunque había rechazado una propuesta de matrimonio para ella de uno de los reyes de Bizancio.
Antes de su matrimonio, Fátima solía editar fatwas (edictos y veredictos religiosos) junto con su padre, y las fatwas eran escritas por su mano y la de su padre. Después que se casó, las fatwas aparecían escritas por ella, por su padre y por su esposo. Su esposo cometía errores y ella lo corregía. Ibn Al ‘Adim dijo: “Mi padre narró que ella solía citar a la escuela Hanafi muy bien. Su esposo, Al Kassani, a veces tenía algunas dudas y erraba en (la edición de) una fatwa, luego ella le decía la opinión correcta y le explicaba la razón de su error”.
¿Esto es sorprendente? Sin embargo existieron muchas mujeres como Fátima Bint Muhammad Ibn Ahmad, que Al-lah le Dé Su perdón, que siguieron sus pasos en los siglos posteriores.