La felicidad es, sin lugar a duda, uno de los principales objetivos en nuestras vidas; pero, ¿qué es la felicidad?
La felicidad es una de esas palabras misteriosas cuyo significado es muy complejo, nos es difícil definirla, igual que sucede con otras como la palabra “amor” o las cosas que creemos que existen pero que no podemos denominar.
Nuestra fe en estos conceptos es firme y no acepta discusión, si bien aceptamos más fácilmente las cosas que podemos percibir con nuestros sentidos, que son palpables y materiales, la felicidad −que no es palpable ni material− permanece dentro de los objetivos de todo ser humano, pero lo curioso es que ese objetivo no es claro en realidad y varía en la definición de cada uno de nosotros. El famoso filósofo Bertrand Russell escribió un enorme libro sobre la felicidad, en el que inicia investigando las razones de la desdicha, para concluir que la felicidad es lograr evitar que las causas de la infelicidad nos alcancen. Este razonamiento es lógico, pero no es práctico, porque es imposible evitar las causas de la desgracia, por más que se conozcan. ¿Cómo sería posible evitar los cambios repentinos en nuestras vidas y las dificultades por las que atravesamos? ¿Cómo evitar la injusticia, la hipocresía, la mentira que se encuentra en el interior de las personas, en su naturaleza y que son tan comunes en nuestra época?
Russel afirma, luego, que todo aquel que pide ser feliz jamás lo logra, pues la felicidad es el resultado de hacer feliz al otro, es decir, que para él la felicidad es un fenómeno que, como un espejo, refleja la felicidad, pero aun así no definió lo qué es en sí, ni la forma en que podemos hacer felices a los demás, ni si se trataba de sacrificarse por su bienestar, saciar sus necesidades o cumplir con nuestras obligaciones hacia ellos… ni si todo esto nos hace felices porque de esta forma los llenamos de alegría. Como tampoco nos dijo si el soldado que muere cumpliendo con su deber, que es atravesado por las balas, muere feliz y contento. Es más, no mencionó cual es la diferencia entre la alegría y la felicidad o cuál es su relación.
Howard C. Cutler, en su libro El arte de la felicidad, afirma que la felicidad es un pensamiento y que, por lo tanto, es algo que no puede palparse con nuestros sentidos, es decir, que es algo que está fuera del alcance de nuestro olfato, oído, vista y gusto. Esta afirmación nos devuelve al pasado y nos lleva a Aristóteles, lo que nos hace concluir que los animales y los bebes jamás conocerán la felicidad, pues los primeros no tienen razonamiento ni pensamientos humanos, y los segundos no han llegado a la madurez para generar ese tipo de ideas. Alguno de los lectores puede replicar diciendo: “Pero los animales y los niños tienen pensamientos”, entonces aquí ajustamos nuestro discurso basado en Aristóteles y su afirmación de que se trata de los pensamientos provenientes de la conciencia, del espíritu.
Aquí hacemos una pausa y le preguntamos a Aristóteles: ¿los pensamientos provenientes de la conciencia y del espíritu llevan a la felicidad? Digamos que estamos de acuerdo con él respecto a que la felicidad es algo espiritual que está fuera del alcance de los placeres que son percibidos por los sentidos… Encontramos que Aristóteles nos responde diciendo: “No, no se logra así, pues la actividad espiritual está por encima de los placeres que se perciben con los sentidos”. Esta, sin lugar a dudas, es una opinión noble, pues nos dice que solo por medio de la dedicación a estas prácticas virtuosas del espíritu se logra la felicidad, sí, pero es una posición que no se adapta a todas la épocas, pues, ¿una persona que se aparte del mundo para dedicarse a las prácticas virtuosas del espíritu, podrá alcanzar la felicidad en un tiempo como el nuestro? Habrá quienes dirán que sí, pues es lo que esa persona quiere y busca, y si lo hace, está logrando su objetivo.
Bien, veamos qué nos dicen los expertos en psicología de la actualidad: “La felicidad es el objetivo primordial de la vida, pues todo objetivo que se traza tiene como finalidad alcanzar uno más grande, uno que está por encima de él, este es la felicidad”.
Pasemos ahora a ver lo que es la vida y cuál es su objetivo, es decir, la felicidad y su función es sinónimo de la vida y su función… si es así, ¿la vida satisfará lo que se pide de ella si la gente se aparta y vive en una torre elevada en retiro y viviendo de manera ejemplar? ¿Cómo sería la vida en una torre así? Supongamos que una persona logra llegar a la máxima expresión de la ejemplaridad, ¿qué sentirá al mirar hacia los que están por debajo de su nivel, quienes no han alcanzado la felicidad y que luchan por alcanzarla? ¿Qué sentimientos lo invadirán? ¿Elevará sus plegarias al cielo pidiéndole a Al-lah que los guíe? ¿Les dará la espalda mientras siente lástima y tristeza por su situación? ¿O bajará de su torre y se mezclará con ellos para, con la pureza alcanzada, buscar guiarlos y dirigirlos?
Al respecto existe un hadiz maravilloso que contiene una sabiduría al respecto: “Toda persona busca su sustento, pero depende de ella si cumple con lo que Al-lah ordena o Lo desobedece. Ella es la única responsable de su felicidad o desgracia”. La psicología de la vida nos dice sobre la parte en la que se menciona que uno es responsable de alcanzar la felicidad, que el ser humano se adapta para no caer en actos que lo lleve a la autodestrucción.
En otras palabras: es como si se navegara en una barca en el mar turbulento, que a veces se calma y otras se agita, allí, en ese estado de tormenta y calma, la gente aprende la virtud y su práctica, lo que los hace comprender la diferencia que hay entre el humano y el animal, los sentimientos espirituales, y es en ese momento en el que logra cumplir con el objetivo de su vida, es decir, la felicidad.