El Imam Ahmad e Ibn Mayah registraron que Abu Hurariah, Anas Bin Malik y otros reportaron que el Mensajero de Al-lah dijo: “Antes del fin del mundo vendrán unos años de traición en los que el mentiroso será acreditado y el veraz desmentido, en los que se confiará en el deshonesto y se tendrá desconfianza del honesto, y el ruwaibidah tomará el control”. Le preguntaron: “¿Quién es el ruwaibidah?”; respondió: “El torpe, el majadero y el incapaz que se encarga de asuntos de los que no tiene idea ni conocimiento”.
El anterior hadiz es un indicio más de la veracidad de la misión del Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, del cual Al-lah dijo: {[…] y no habla conforme a su deseo, sino que es una inspiración que se le revela} [Corán 53:2-3]. En él nos informa de un suceso que se vería después de su época, algo que era desconocido por él y por cualquier otro de sus contemporáneos, pues se trata de un asunto que solo Al-lah conoce y que, sin lugar a duda, ocurriría en una época en la que él ya no estaría.
El Mensajero de Al-lah nos enseña con estas palabras que antes del fin del mundo llegará un periodo de tiempo en el que los conceptos cambiarán, en el que los valores se invertirán y en los que la credibilidad y la confianza se perderá.
Es cierto que en el pasado existieron épocas en las que el veraz fue desmentido y el mentiroso fue tenido como veraz. El Faraón es un ejemplo de ello, él fue la persona más mentirosa que hubiera existido, pues invitaba a la falsedad, ordenaba a la gente a que lo tomaran como el único dios, a que lo adoraran y alegaba que todo lo que decía era la única verdad; mientras que su contemporáneo, el Profeta Moisés, la persona más veraz de Egipto, fue desmentido y tomado como un falsario. Así que la mayoría de la gente le creía a el Faraón y desmentía a Moisés.
Lo mismo sucedió con el creyente del pueblo de Yasin, quien buscaba el bien para su gente y los invitaba a que siguieran y creyeran en los enviados que Al-lah les había mandado, quienes enseñaban que solo debían adorar a Al-lah. Sin embargo, su pueblo lo rechazó, lo acusó de traición, lo atacó y lo asesinó. Incluso, después de su muerte, siguió buscando lo mejor para sus contemporáneos, dijo Al-lah: {Entonces le fue dicho: “Ingresa al Paraíso”. Dijo: “¡Ojalá mi pueblo supiera que mi Señor me perdonó mis faltas y me honró [con la bienaventuranza]!”} [Corán 36:26, 27]. Así, siendo él veraz, fue desmentido; y siendo confiable, fue tratado como un traidor.
Sin embargo, a lo que el Profeta se refería iba más allá de ejemplos que de este modelo de vida se había visto a lo largo de la historia. Él habló de un tiempo en el que estas características se harían generales en todo el mundo y en el que los antivalores se convertirán en una característica principal de la mayoría de la gente; un tiempo en el que las dificultades, las tribulaciones y las calamidades serían mayores.
La descripción que el Mensajero de Al-lah nos hace de esa época nos acerca mucho a nuestra realidad, ya que vivimos en un tiempo en el que dichas características y antivalores no son propios de unos cuantos nada más, sino que, lastimosamente, han sido adoptados por la Ummah, la nación de Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, es decir, por los musulmanes.
No hace falta ahondar mucho en el asunto para descubrir que hoy en día los inexpertos son tomados como unos verdaderos eruditos, donde los falsarios son acreditados y los deshonestos son quienes tienen a su cargo las arcas y bienes de los musulmanes.
Al ver o escuchar una entrevista, al leer un periódico, una revista o una publicación en cualquier red social nos encontramos con que quienes hablan de temas que van en contra de la verdad, de la moral, de los verdaderos valores, son tomados como referentes a los que hay que seguir. Los modelos para seguir de la gente ya no son los virtuosos, sino que, por el contrario, los indecentes, los inmorales y los desviados son el norte en la vida de las personas y en los que se quieren convertir.
Lo peor de todo es que no basta con promover los antivalores, sino que se menosprecia a los virtuosos, a todo aquel que llame al bien, al establecimiento de los verdaderos valores morales. El ataque a la gente virtuosa es evidente, pues su objetivo es desacreditar todo lo que dicen y enseñan; el veraz ha sido tomado como mentiroso y de esta manera el ruwaibida ha tomado el control de todo.
¡Y qué decir de la honradez! No hay época en la que se esté viendo mejor representadas las palabras del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, cuando dijo en respuesta a la pregunta que un hombre le hizo sobre cuándo llegaría la hora: “Llegará cuando la honradez desaparezca”. La persona le preguntó: “¿Cómo desaparecerá la honradez?”; le respondió: “Cuando sea nombrada para un cargo de responsabilidad una persona que no tiene la capacidad para dicha labor”. Esta es una realidad que vemos tanto en las labores más simples como en las más complejas y de mayor responsabilidad e importancia.
Este último aspecto lo describió perfectamente el enviado de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, cuando dijo, según lo reportó ‘Abas Al Gaffari: “Seis cosas eran las que más temía el Profeta para su nación: la corrupción en las cortes, que los incapaces sean los que gobiernen, que esos gobernantes estén rodeados de una gran corte y funcionarios, que se rompan los lazos familiares, que el asesinato sea algo normal y sin importancia, y que la recitación del Corán sea tomada como un arte nada más” (autenticado por el Albani y el Arnauti).