Alabado Sea Al-lah, Señor del Universo. Doy testimonio que nada ni nadie merece ser adorado sino Al-lah, y que Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, es Su siervo y mensajero.
El temor de un mal final ha roto los corazones de nuestros virtuosos Salaf, que Al-lah les Dé Su perdón, Sufian Az-Zauri, que Al-lah le Dé Su perdón, lloró una noche hasta la mañana, y cuando le preguntaron si había llorado por miedo de sus pecados, él respondió: “No, tengo más miedo de tener un mal final”.
Ibn Kazir, que Al-lah le Dé Su perdón, dijo: “La gente que es virtuosa interna y externamente, y cuyas acciones coinciden con sus palabras, si Al-lah Quiere, sus vidas no terminarán de mala manera; y nunca antes se reportó esto acerca de nadie. Solo quienes son malvados interna y externamente son atrevidos y caen en los más graves pecados mayores, y frecuentemente cometen pecados menores. Este tipo de personas, que tienen estas prácticas, continuarán haciéndolo hasta que mueran sin arrepentirse”.
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “Ciertamente, las obras son según la forma de su final”. [Bujari] Es por esto que nuestros Salaf, que Al-lah les Dé Su perdón, temían por sus finales, porque nadie sabe cuándo terminará su vida y en qué estado se encontrará al momento de su partida.
Por esta razón, Huzaifah, que Al-lah Esté complacido con él, estaba feliz de morir antes de las pruebas sobre las que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, les informó, y dijo: “Todas las alabanzas sean para Al-lah, quien ha acelerado mi muerte antes de esas pruebas”.
Uno de los signos que indican que la persona murió teniendo un buen final, es que haya muerto mientras estaba realizando una buena obra. Anas, que Al-lah Esté complacido con él, narró que escuchó al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, diciendo: “No se impresionen con las acciones de alguien (pensando que son virtuosas) hasta que vean cómo es su final, porque uno estuvo realizando una (buena) obra por un largo periodo de su vida, y si hubiese muerto realizando esa obre habría entrado al Paraíso, pero se pasó a hacer malas obras (antes de su muerte). El siervo puso haber realizado una (mala) obra por un largo periodo de su vida, y si hubiese muerto durante esa obra habría entrado al Infierno, pero comenzó a realizar buenas obras (antes de su muerte); y cuando Al-lah Quiere el bien para un siervo, lo usa antes de su muerte”. Los compañeros, que Al-lah Esté complacido con ellos, preguntaron: “Oh, Mensajero de Al-lah, ¿cómo Al-lah lo usa?” Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, respondió: “Le permite realizar una buena obra, entonces su vida termina con ella”. [Ahmad]
Huzaifah, que Al-lah Esté complacido con él, narró que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “Quien dice: ‘La ilaha illal-lah’ (nadie es digno de ser adorado excepto Al-lah) buscando la complacencia de Al-lah, y que esta sea su declaración final, entrará al Paraíso; quien ayuda sinceramente, buscando la complacencia de Al-lah, y muere en ese estado, entrará al Paraíso; quien gasta en caridad, buscando la complacencia de Al-lah, y esta es la última cosa que hizo antes de morir, entrará al Paraíso”.
Yabir, que Al-lah Esté complacido con él, reportó que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “Todo siervo será resucitado en el estado en el cual murió”. [Muslim] El Imam As-Suyuti, que Al-lah le Dé Su perdón, dijo: “Esta narración se refiere al estado de obediencia o desobediencia”. Malik Ibn Dinar, que Al-lah le Dé Su perdón, solía decir: “Si me fuese permitido (físicamente) no dormir nunca, no dormiría”; le preguntaron acerca de la razón y él dijo: “Temo que el ángel de la muerte venga a mí mientras estoy dormido y me gustaría que él viniese mientras yo esté comprometido en un a obra virtuosa”.
Un ejemplo sobresaliente sobre la mejor forma de morir es cuando un incrédulo abraza el Islam y muere inmediatamente. Anas, que Al-lah Esté complacido con él, narró: “Un muchacho judío que estaba al servicio del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se sintió enfermo. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, fue a visitarlo. Él se sentó a la altura de su cabeza y le dijo: ‘Abraza el Islam’. El pequeño muchacho miró a su padre que estaba sentado a su lado, y él le dijo: ‘Obedece a Abul Qasim (es decir, al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam). Así que abrazó el Islam, y el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, caminó hacia fuera diciendo: ‘Las alabanzas a Al-lah quien lo ha salvado del fuego del Infierno’”. [Bujari]
Al-lah guió a un hombre de Filipinas hacia la luz del Islam un miércoles en la ciudad de Ta’if en el Reino de Arabia Suadita y se le enseñó algunos de los preceptos del Islam, el jueves comenzó a recitar algunos de los capítulos del Corán, y el viernes por la mañana murió, solo dos días después de haberse hecho musulmán.
Pronunciar el testimonio de fe antes de la muerte es una buena obra y otro ejemplo para nuestro buen final. Mu’az Ibn Yabal, que Al-lah Esté complacido con él, narró que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “Aquel cuyas últimas palabras son: ‘La ilaha illa Al-lah’ (nadie merece ser adorado excepto Al-lah) entrará al paraíso”. [Al Hakib]
‘Abdullah Ibn ‘Amr Ibn Al ‘As, que Al-lah Esté complacido con él, reportó que cuando su padre, que Al-lah Esté complacido con él, estaba en su lecho de muerte, dijo: “¡Oh, Al-lah! Me ordenaste muchas cosas y me he quedado corto en muchas de ellas. ¡Oh, Al-lah! Me prohibiste muchas cosas, pero yo las transgredí. ¡Oh, Al-lah! Nadie tiene derecho a ser adorado excepto Tú”; luego él continuó repitiendo esto hasta su muerte, que Al-lah Esté complacido con él.
Muchos de los Salaf, que Al-lah Esté complacido con él, murieron mientras rezaban, lo cual es una buena forma de finalizar la vida. ‘Abdullah Ibn Abi As-Sarh, que Al-lah Esté complacido con él, suplicó una noche, después de haber realizado la oración del Qyam, diciendo: “¡Oh, Al-lah! Haz que mi última obra en esta vida sea la realización del Fayer”; luego realizó la ablución y rezó el Fayer, y murió mientras terminaba su oración.
Abu Za’alabah, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: “Espero que Al-lah no me haga sufrir en la muerte como veo que algunas personas lo hacen”; luego comenzó a rezar el Qyam y murió mientras estaba postrado. Esa noche, su hija vio en su sueño que su padre moría, así que despertó asustada y fue donde su madre preguntando por su padre, así que ella le dijo que estaba rezando el Qyam. Ellas fueron a verlo y lo encontraron postrado, y cuando lo movieron, el se cayo hacia un lado.
Un joven rezó el Fayer con la congregación y se sentó en la mezquita a recitar el Corán mientras esperaba que amaneciera para poder rezar dos rak’ahs, y murió mientras estaba allí.
Una mujer de cincuenta y cinco años fue ingresado a la sala de emergencias por haber tenido un ataque al corazón, el cual hizo que su corazón se detuviera completamente. Cuando los doctores estaban tratando de reanimarla con el equipo especial, ocurrió algo muy sorprendente, algo que los doctores jamás habían visto hasta ese día: la mujer repentinamente abrió los ojos y dijo calmadamente unas cuantas palabras; no se quejaba de ningún dolor, no gritaba pidiendo ayuda, no preguntó por su esposo o por sus hijos; ella simplemente pronunció los dos testimonios de fe y luego su corazón nuevamente se detuvo. Ella repitió esto tres veces, luego murió y su rostro se iluminó. Cuando su esposo fue preguntado acerca del tipo de mujer que era ella, dijo: “Estoy casado con ella hace treinta y cinco años atrás, y nunca la he visto abandonar la oración del Witer (el Rak’ah impar luego de la oración voluntaria de la noche), a menos que estuviera enferma o durante su periodo”.
Morir durante el ayuno es otra forma de un buen final, como en el caso de Asma’ Bint Abu Baker, que Al-lah Esté complacido con ella, y su hijo ‘Urwah, que Al-lah Esté complacido con él.
Algunas personas mueres mientras están en estado de Ihram, lo cual los hace acreedores de una gran recompensa, como en la historia acerca del compañero que murió, como resultado de una patada de su animal, mientras estaba en estado de Ihram. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “Lávenlo con agua y (hojas de) árbol de loto, amortájenlo con sus propias vestiduras y no cubran su cabeza, porque él será resucitado en el Día de la Resurrección pronunciando el Talbiah”.
Algunas personas mueren mientras están recitando el Corán, como en el caso de ‘Uzman Ibn ‘Affan, que Al-lah Esté complacido con él, quien era conocido por recitar continuamente el Corán, día y noche. Él, que Al-lah Esté complacido con él, fue martirizado mientras recitaba el Corán en su casa. Una vez, Ibn ‘Abbas, que Al-lah Esté complacido con él, recitó las palabras de Al-lah (que se interpretan en español): {¿Acaso [tal incrédulo] es como quien se prosterna e inclina [en la oración] consagrándose [a ella] en la noche, está precavido de [lo que le aguarda en] la otra vida y anhela la misericordia de su Señor?...} [Corán 39:9]
Uno de los mejores ejemplos que indican el buen final es el ser martirizado. Al Miqdam Ibn Ma’di Karib, que Al-lah Esté complacido con él, narró que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “Un mártir tiene seis recompensas: será perdonado con la primera gota de su sangre que sea derramada; verá su lugar en el Paraíso (al momento de su muerte); será salvado del Gran Horror (el Día del Juicio); una corona de dignidad será puesta sobre su cabeza, la cual tendrá muchas piedras preciosas, cada una será más preciosa que esta vida y todo lo que contiene; tendrá setenta y dos mujeres del Paraíso; y se le permitirá interceder por setenta de los miembros de su familia (quienes de otro modo habrían ido al Infierno)”. [At-Tirmidhi]
Shadad Ibn Al Had, que Al-lah Esté complacido con él, narró: “Un beduino se acercó al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y dijo: ‘Deseo emigrar (a Medinah)’. Así que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, les pidió a algunos de sus compañeros que lo cuidaran. Más tarde, después de una batalla, los musulmanes habían ganado un botin, entonces el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dividió en botín y dio la parte del beduino a algunos de sus compañeros para que la cuidaran ya que él aún continuaba en la retaguardia. Cuando el beduino regresó, le dieron su parte, entonces él les preguntó: ‘¿Qué es esto?’ Ellos respondieron: ‘Es tu parte del botín que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, nos dio para que te la entregásemos’. Así que el beduino tomó el botín, fue donde el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y le preguntó: ‘¿Qué es esto?’ Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, respondió: ‘Tu parte del bitín’. El beduino dijo: ‘Esto no es por lo que he creído en ti y te he seguido; sino que te he seguido para poder ser herido con una flecha aquí (y apuntó a su garganta), y entonces morir y entrar al Paraíso’. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le dijo: ‘Si eres sincero Al-lah te Otorgará lo que deseas’. Después de un corto tiempo, se inició una nueva batalla y el cuerpo del beduino fue llevado ante el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, con una flecha en su garganta, en el punto exacto donde él le había señalado al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Acto seguido, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: ‘Él era sincero, por eso Al-lah le Concedió su deseo’. Luego, usando su propia vestidura, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, amortajó al beduino, rezó su oración funeral y fue escuchado por sus compañeros decir durante la oración: ‘¡Oh, Al-lah! Este es Tu siervo, quien emigró por Tu causa y fue asesinado como un mártir, y yo doy testimonio de esto’. ¿Qué testimonio puede ser más honorable, sincero y verdadero que el dado por el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam?
Un conductor de camión llamado Abu Duyanah, era conocido en su pueblo por ser una persona malvada que consumía intoxicantes. Un día, tuvo un grave accidente de carro, pero Al-lah lo Rescató de la muerte. Al-lah Decretó que dos jóvenes virtuosos vieran el accidente y corrieran hacia él mientras estaba inconsciente y se lo llevaron. Cuando él despertó, los jóvenes le dijeron que hiciera el Ghusul y él lo hizo, luego ellos le enseñaron a rezar; y luego de haber rezado, le dijeron: “Al-lah te ha rescatado de la muerte, y si hubieses muerto en el estado en que estabas, habría sido la peor forma de morir y ser resucitado. Debes arrepentirte ante Al-lah y evitar todos los pecados”. Sus palabras lo afectaron profundamente, se alejó de sus malos compañeros con quienes solía haraganear, y comenzó a practicar. Un par de meses después, él viajó a Bosnia par el Yihad, y Al-lah le Otorgó el martirio allí. Su cuerpo permaneció con los enemigos, arrojado en un campo abierto oppr dos meses y medio después de que fue asesinado, y luego se dio un intercambio de cuerpos entre los Muyahiddin y los serbios, y cuando los hermanos abrieron la bolsa de plástico en la que él estuvo guardado por ese largo tiempo, vieron su rostro sonriente y un aroma extremadamente placentero emanó de su cuerpo.
Estos fueron solo algunos ejemplos de cómo puede ser un buen final, y le pedimos a Al-lah que nos Bendiga y nos Otorgue una buena forma de terminar nuestras vidas.