Una vez que el alma ha sido purificada de sus deseos más abyectos y ha sido embellecida con obras bondadosas y virtud, se requiere que la persona se enfoque en su manera de llevar a cabo sus deberes religiosos y acciones favorables, absteniéndose de lo prohibido y de las cuestiones detestables.
Así, aun si la persona hace algo permitido, es esencial asegurarse de que sus intenciones sean puras, ya que la pereza y la negligencia son parte de la naturaleza humana. El Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, dijo: “Todo acto de adoración y obediencia es testigo de una etapa impetuosa seguida por un estado de desidia. Quien se mantenga dentro de los límites de mi Sunnah aun en los tiempos de dejadez, prosperará. De lo contrario, irá camino a la ruina.”
Ibn Al Qayyim, que Al-lah lo perdone, dijo en su libro Madariy As-Salikin: “Es inevitable que los creyentes pierdan la pasión; pero si aun durante esos periodos la persona se apega a lo correcto y se mantiene firme sin descuidar sus obligaciones ni cometer cosas ilícitas, se espera que tarde o temprano vuelva a un estado que quizás sea incluso mejor que en el que se encontraba previamente.”
Grados de apatía
Basándonos en lo anterior, es inevitable que todos experimentemos periodos de languidez y apatía. No obstante, la apatía puede clasificarse en los siguientes tipos:
1. General: Tiene impacto en todos los actos de adoración y siembra un rechazo intenso hacia los mismos. Es el tipo más peligroso de apatía y es el estado en que viven los hipócritas.
2. Específica: Se caracteriza por la laxitud hacia ciertos actos de obediencia junto con la falta de deseo de los mismos, pero sin odio. Este es el estado en el que muchos musulmanes inmorales se encuentran.
3. Física: A veces existe el deseo de llevar a cabo buenas obras, pero es opacado por un sentimiento de hastío y falta de interés; y así es como son muchos musulmanes. El peligro aquí yace en el hecho de que el tiempo sigue su curso y la persona desperdicia su vida sin hacer nada de beneficio. Lo que es aun más peligroso es si el estado de la persona se deteriora y esta cae a un nivel aun más bajo y acaba siendo como los hipócritas desatendiendo así sus obligaciones y otras obras de bien.
Es por tal razón que incluso el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, solía buscar refugio en Al-lah Todopoderoso de la debilidad y la pereza todas las mañanas y todas las noches; y además les enseñaba a sus Sahabah (discípulos), que Al-lah Esté complacido con ellos, a hacer lo mismo. Igualmente, cuando los creyentes fueron lentos en responder al llamado para el Yihad, Al-lah Todopoderoso se los Reprochó y los Instó a que se apresuraran y compitieran entre sí por hacer obras buenas, motivándolos con descripciones de las recompensas que aguardan a los precursores de la fe.
La apatía y quienes convocan al Islam
La languidez es una enfermedad que nos afecta a todos, sin importar nuestro grado de fe. A pesar de esto, es particularmente alarmante si afecta a quienes llaman a otros hacia Al-lah Todopoderoso o a quienes buscan el conocimiento. Por lo tanto, es necesario evitar la apatía por todos los medios y combatirla de inmediato si llegamos a caer en sus garras.
Puesto que prevenir es mejor que lamentar, debemos adoptar el hábito de poner atención para poder mantenernos alejados de cualquier síntoma de apatía que pueda llevarnos a la ruina poco a poco. Si eso llegase a suceder, el remedio y la cura serían muy difíciles de lograr. Las enfermedades del corazón son como las plantas: es fácil arrancarlas de raíz en las primeras etapas, pero una vez que crecen y echan raíces en la tierra, es necesario recurrir a hombres fuertes y a herramientas para poder sacarlas.
Además, el corazón enfermo presenta síntomas simples, pero si los dejamos sin tratamiento acaban por asfixiar a la persona volviéndose un problema crónico e incurable. Es por eso que en nuestro papel de voceros de Al-lah Todopoderoso se nos pide que nos examinemos a nosotros mismos y que sopesemos nuestra condición; si hay algún signo de apatía debemos buscar la causa inmediatamente y tratar de resolverla.
Aspectos de la apatía
La apatía se manifiesta de muchas maneras, entre ellas:
-Sentimiento de letargo y falta de interés en cumplir con los actos de obediencia.
-Negligencia en recordar a Al-lah Todopoderoso y en recitar El Corán.
-Dureza de corazón a tal punto que este no se siente conmovido por las aleyas coránicas ni por sermón alguno.
-Indiferencia en desobedecer y permitir que eso se nos vuelva costumbre.
-Falta de responsabilidad y de conciencia de que se nos ha confiado algo sumamente valioso.
-Falta de entusiasmo por difundir el Islam
-Debilitamiento de los lazos de hermandad entre quienes deberían amarse mutuamente por la causa de Al-lah Todopoderoso.
-Preocupación profunda por la vida mundana e indulgencia en sus placeres a costa de realizar obras buenas.
-Conversaciones inútiles, envolviéndose más frecuentemente en disputas y en elogiarse a uno mismo.
-Provocar problemas.
-Ocuparse de asuntos sin importancia descuidando cuestiones serias y benéficas que sirven a la Ummah.
-Debilidad en la fe e indiferencia hacia transgredir las órdenes de Al-lah Todopoderoso.
-Pérdida de tiempo.
-Muestra de falta de disposición para asumir responsabilidad, evitando trabajo serio y sumergiéndose en cambio en cuestiones que carecen de objetivo.
-Conducta caótica en el trabajo.
-Critica de cualquier cosa positiva.
-Posponer las buenas obras.
-Tener demasiados deseos.