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La difícil tarea de criar hijas

La difícil tarea de criar hijas

 

 
Alabado Sea Al-lah, Señor del Universo. Doy testimonio que nada ni nadie merece ser adorado sino Al-lah, y que Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, es Su siervo y mensajero.
 
 
 
‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, relató: “Una mujer de nombre Yamilah vino a mí con sus dos hijas. Ella me pidió algo en caridad pero no encontré nada conmigo excepto un dátil, así que se lo di. Ella lo dividió entre sus dos hijas y no comió nada; luego se levantó y se fue. Más tarde, el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, vino y le narré la historia, entonces él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: ‘Quien tiene (la responsabilidad) de (alimentar) hijas y es generoso con ellas, ellas serán una fortaleza para él contra el fuego del Infierno’”. Algunos sabios comentaron sobre esta narración diciendo que ser benevolente no se limita simplemente a lo que uno debe proveerles, sino que también se necesita ir más allá de eso. Esto también enfatiza el derecho de las niñas porque ellas usualmente son más débiles y necesitan más cuidados que los niños.
 
 
 
Criar niñas es una enorme responsabilidad y es por eso que su recompensa es paralela a esto. Anas, que Al-lah Esté complacido con él, reportó que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “Quien críe dos hijas hasta que alcancen la pubertad, él y yo estaremos en el Paraíso así”, y ejemplificó la proximidad uniendo dos de sus dedos [Muslim]. Ya sean estas dos niñas sus propias hijas, sus nietas o sus hermanas, si uno las cría hasta que sean adolescentes, disfrutará de la compañía del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, en el Paraíso.
 
 
 
Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, tambié dijo: “A quien Al-lah le Haya dado dos hijas y él sea bondadoso con ellas, ellas serán una razón para que sea admitido en el Paraíso”. Ciertamente esta es una gran recompensa, pero, ¿quién tiene derecho a ella?
 
 
 
Debemos mirar el asunto desde otra perspectiva. En cierta ocasión, el tema de las hijas fue tocado en presencia de uno de los líderes de los creyentes, donde también se encontraba presente un beduino, quien dijo algo malo respecto a ellas. En esa reunión estaba un hombre sabio que dijo: “¡Oh, líder de los creyentes! Juro por Al-lah que son ellas (las mujeres) quienes cuidan de los enfermos en la familia, quienes muestran misericordia hacia los ancianos y quienes apoyan al hombre durante las aflicciones”.
 
 
 
¿Cuán a menudo se ve que los hijos varones se convierten en una fuente de problemas para sus padres, mientras que las hijas son una fuente de consuelo y bondad para ellos? El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, solía prestar mucha atención a las hijas; por ejemplo, él solía cargar a Umamah, que Al-lah Esté complacido con ella, durante la oración mientras estaba de pie, y la ponía en el suelo durante la postración [Bujari]. Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se esforzó en la práctica por arrancar las ideas erradas de las mentes de los árabes respecto a las hijas, por eso hacía esto durante un acto de adoración tan importante como la oración.
 
 
 
Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, también expresaba misericordia hacia ellas. ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, reportó que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, solía dar la bienvenida afectuosamente a Fátima, que Al-lah Esté complacido con ella, cuando esta llegaba y la sentaba a su lado.
 
 
 
¿La responsabilidad del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, hacia su hija terminó cuando ella se casó con ‘Ali, que Al-lah Esté complacido con él? Ciertamente no, porque él solía preocuparse por ellos. Cuando en cierta ocasión ella se quejó ante él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, de sufrir a causa de sus labores domésticas, él le enseñó a mencionar a Al-lah antes de ir a la cama, diciendo: “Subhan Al-lah” (Glorificado sea Al-lah), “Al Hamdu lil-lah” (toda alabanza es para Al-lah) treinta y tres veces, y “Al-lahu Akbar (Al-lah es Supremo) treinta y cuatro veces; y él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le dijo que eso sería mejor que tener la ayuda de una criada. Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, también solía aceptar su intercesión en disputas entre él y sus esposas.
 
 
 
El cuidar de las hijas y ser benevolentes con ellas es una gran obra, pedimos a Al-lah que Honre a quienes las respectan.
 
 
 
¿Cuál fue el resultado de su forma de educar a Fátima, que Al-lah Esté complacido con ella? El resultado fue un gran ejemplo de mujer, porque incluso durante su niñez, ella era valiente y orgullosa del Islam. Ibn Mas’ud, que Al-lah Esté complacido con él, narró: “Cierta vez, yo estaba mirando al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, rezar frente a la Ka’bah; los incrédulos pusieron las vísceras de un camellos sobre su cabeza mientras estaba postrado, y todos comenzaron a reír y burlarse de él. Si hubiese tenido alguien que me protegiera habría removido eso de su espalda, pero Fátima, que Al-lah Esté complacido con ella, vino y comenzó a gritarles y lo removió ella misma”.
 
 
 
‘Abdul Malik, un líder Oméyida, pidió la mano de la hija de Sa’id Ibn Al Musaeib, que Al-lah le Dé Su perdón, para su hijo Al Walid, debido a sus nobles modales y belleza, pero él se negó. ‘Abdul Malik trató de convencerlo usando diferentes medios, hasta el punto que incluso lo azotó cien veces en un día frío y derramó agua fría sobre él como una táctica para hacer que se rindiera, pero él continuó rechazando su pedido. Luego de eso, la esposa de Ibn Abu Wadi’ah, que Al-lah le Dé Su perdón, quien era uno de los estudiantes de Sa’id, falleció, así que se faltó a algunas de sus conferencias. Cuando regresó, Sa’id, que Al-lah Esté complacido con él, le preguntó acerca de la razón detrás de su ausencia; cuando descubrió que su esposa había muerto y que él no se había casado nuevamente, le aconsejó que se casara, pero él le informó a Sa’id, que Al-lah le Dé Su perdón, que era pobre y nadie casaría a su hija con él. Él le informó que no poseía ni siquiera dos dirhams (unidades monetarias), así que Sa’id le dijo: “Te daré mi hija en matrimonio por dos dirhams”.
 
Se entiende que Sa’id, que Al-lah le Dé Su perdón, hizo eso sabiendo que su a su hija no le importaría que su padre escogiese un esposo para ella, porque él sólo escogería al mejor.
 
 
 
Ibn Abu Wadi’ah, que Al-lah le Dé Su perdón, dijo: “Me levanté y fui a casa sin saber de dónde conseguir prestado el dinero. Recé el Magrib (la oración del ocaso), luego regresé a mi casa a comer, ya que estaba ayunando, y mi comida era agua, pan y aceite. De pronto, alguien tocó a mi puerta y pregunté: ‘¿Quién es?’ Una voz dijo: ‘Sa’id’, así que pensé en todos a quienes conocía y tenían este nombre, excepto mi Sheij Ibn Al Musaieb, porque él estuvo conmigo y porque Sa’id, que Al-lah Esté le Dé Su perdón, nunca había sido visto en ningún lugar durante los últimos cuarenta años, excepto yendo de su casa a la mezquita y de la mezquita a su casa. Así que cuando me di cuenta de quién era, dije: ‘Debiste haber enviado un mensajero y yo habría ido hacia ti’, pensando para mí mismo que él había cambiado de opinión respecto al matrimonio. Sa’id, que Al-lah Esté le Dé Su perdón, respondió: ‘No, tu eres un hombre casado y odiaría que pasaras la noche sin tu nueva esposa, así que aquí está ella’, y él la empujó a través de mi puerta y se fue. Ella era muy tímida, así que la hice pasar y vi que era la mujer más bonita que había visto jamás, y que muy bien educada y muy conocedora respecto al Corán y la Sunnah. Ella también conocía muy bien los derechos del esposo y los cumplía. Por tanto, permanecí un mes completo alejado, sin asistir a las clases de Sa’id, que Al-lah le Dé Su perdón, y en vez de eso adquiría el conocimiento de su hija; después, volví a su clase nuevamente. Luego que la lección terminó y todos habían abandonado el área, Sa’id dijo: ‘Has cambiado (es decir, te has vuelto perezoso); te castigaré’. Yo respondí: ‘Estoy en la mejor situación que alguien pueda estar (en términos de conocimiento y devoción)’. Luego me fui y él me envió un regalo de veinte mil dirhams”. Que Al-ah Tenga misericordia de Sa’id y de todos quienes tratan a sus hijas de la misma manera y son benevolentes con ellas.
 
 
 
Ser compasivos con las hijas es hacer lo más les conviene. Había un rico hombre de negocios que podía costearse hoteles de cinco estrellas, pero, a pesar de eso, a veces él se quedaba en hoteles modestos para hacer que sus hijas se acostumbraran a diferentes estilos de vida y los aceptaran, ya que estaba consciente que a pesar de que era rico, no sabía lo que el futuro tenía para ellas.
 
 
 
La misericordia y la bondad no se demuestran con permitir a las hijas que salgan solas a los mercados, regalarles cosas, permitirles ir a las casas de sus amigas, asistir a fiestas o celebrar sus cumpleaños.
 
 

¡Siervos de Al-lah! Ciertamente esta es una gran responsabilidad, así que hay que encargarse de ella apropiadamente.

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