¡Alabado sea Al-lah!, Señor de los mundos. Testifico que nadie merece ser alabado excepto Al-lah, y que Muhammad, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, es Su siervo y mensajero.
Quienes ven la permisibilidad de orar por un musulmán difunto que está ausente, se basan en que el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, ofreció la oración por el Negus de Etiopía. Abu Hurairah, que Dios esté complacido con él, narró que el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, anunció la muerte del Negus el día en el que murió. Fue con la gente a la zona de oración, los organizó en filas e hizo el Takbir (decir "Al-lahu Ákbar") cuatro veces [Bujari y Muslim].
Quienes no están de acuerdo con la permisibilidad de ofrecer la oración por el ausente, consideran que esto era específico del Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, es decir, que solo él lo hizo y nadie más después de él.
Además de la permisibilidad de orar por el ausente, la oración se hace después de lavar y preparar el cuerpo. No hay diferencia entre el ausente y el presente a este respecto. Por lo tanto, quien quiera orar por un ausente, primero debe determinar si ha sido lavado y preparado (amortajado). Luego, puede orar por él.
Y Al-lah sabe más.