¡Alabado sea Al-lah!, Señor de los mundos. Testifico que nadie merece ser alabado excepto Al-lah, y que Muhammad, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, es Su siervo y mensajero.
Uno de los mayores beneficios de la mortaja es cubrir al difunto y a sus partes privadas de los ojos de quienes lo entierran. También cubre cualquier cambio que tenga lugar en el cuerpo de algunos muertos. Además, con la mortaja uno cumple con la orden del Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam: “Si alguno de ustedes se compromete a enterrar a su hermano, vístalo bien con un buen sudario” [At-Tirmithi].
Se narró que él, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, dijo acerca de aquel que estando en estado de Ihraam murió en ‘Arafah: “Laven su cuerpo con agua y Sidr y envuélvanlo con sus dos prendas” [Bujari y Muslim].
Y Al-lah sabe más.