La mayoría de la gente se esfuerza por alcanzar el éxito y la felicidad; sin embargo, el verdadero éxito en la vida reside en la sinceridad de la persona, su devoción para con su Señor, aferrarse a los preceptos de la ley que su Señor ha revelado, reflejar un carácter moral noble en su trato con la gente, evitar meterse en lo que no le concierne y evitar la maledicencia.
El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, instruyó a los musulmanes canalizar su energía hacia lo que les beneficia y que eviten lo que les perjudica. En un hadiz auténtico, el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Parte de la plenitud del Islam de alguien es evitar lo que no le concierne” (Tirmidhi lo clasificó como hadiz hasan).
En su mismo afán de instalar el afecto fraternal entre la gente de su nación, el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Quien de ustedes vea un mal y lo pueda cambiar con su mano (por la acción), que lo cambie con su mano. Si no puede hacerlo, entonces con su lengua (denunciándolo). Y si no puede hacer eso, pues entonces con su corazón (detestándolo y dejando claro que es algo perjudicial); y esa es la forma más débil de la fe” (Muslim).
Las palabras: “Quien de ustedes vea un mal” son evidencia de que la obligación de luchar para contrarrestar el mal es condicionada por el hecho de haberlo evidenciado. Esto significa que si un mal se comete en privado y el musulmán no lo ha evidenciado por sí mismo sino que se lo han informado, entonces –según la opinión del Imam Ahmad, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, más citada– no tiene obligación de combatirlo ni de investigar actitudes sospechosas que pueda detectar del perpetrador del mal.
Entonces, no es permitido que una persona piense mal de la gente o hable mal de ellos basándose solo en presunciones y sospechas de que ellos estén cometiendo un mal. “Ver” no es igual a “suponer”.
Parte del bienestar de una persona reside en su indulgencia hacia los pecados y faltas ajenos mientras sus perpetradores no los hagan públicos, y evitar investigar cada detalle insignificante y trivial del comportamiento ajeno.
Se cita en Sahih Al Yami’ (hadices no. 7984 y no. 7985) que el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “A quien escudriña las faltas de los demás Al-lah le escudriñará sus faltas. Y a quien Al-lah le escudriña sus faltas lo expone, aunque esté encerrado en los confines de su hogar”.
Así que teman a Al-lah ustedes que investigan las faltas y defectos de los demás para exponerlos ante las redes sociales y en otros espacios públicos, y sepan que quien hace esto es un malvado y corrupto.
Un poeta árabe dijo: “Los más malvados son los que son atraídos por las faltas de la gente así como las moscas son atraídas por la basura”.
Haz que lograr la felicidad en la otra vida sea uno de tus objetivos en esta vida, de modo que Al-lah Todopoderoso esconda tus faltas e imperfecciones. Nadie está a salvo de ser registrado. Debes saber que tus palabras están siendo registradas y serás luego cuestionado por ellas. Pídele a tu Señor que cubra tus faltas y defectos.
El Imam Malik Bin Anas, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, solía decir: “He conocido gente en esta ciudad (Medina) que no cometían pecados pero que andaban comentando los pecados de los demás, así que la gente los llamó pecadores. También conocí gente que cometía pecados pero no andaban comentando los pecados de los demás, así que la gente calló los suyos” (Maymu’ Ayzá ul Hadiz).
Guardar silencio sobre las faltas de los demás es expresión de una moral noble, y lo mismo se aplica a ser indulgente con la impertinencia y la torpeza de los jóvenes. Una persona inteligente es indulgente con las faltas de la gente y sus tropiezos, siempre que no causen perjuicio.
Un poeta árabe dijo: “Si hurgas en las faltas de la gente, ellos encontrarán más faltas en ti y divulgarán tus defectos ocultos. Si desacreditas a la gente por faltas que no hayan cometido, eso es un pecado más grave a los ojos de Al-lah y de la gente. Si cuestionas a la gente por faltas que tú también tienes, entonces serás como un tuerto que se burla de otro por ser tuerto”.
El Islam recomienda evitar difundir las faltas de los musulmanes y evitar las sospechas infundadas. Al-lah dijo: {Aquellos que desean que se propague la obscenidad entre los creyentes tendrán un castigo doloroso en esta vida y en la otra. Dios sabe y ustedes no saben} [Corán 24:19].
El Islam también invita a ignorar las faltas y defectos de la gente y pretender no haberlas notado.
Una de las virtudes de ignorar las faltas de la gente es lo que cita Al Baihaqui, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, en su libro Virtudes del imam Ahmad, sobre el relato de Uzmán Ibn Zaida, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, que dijo: “El bienestar en la vida tiene diez partes, y nueve de ellas son pasar por alto las faltas de la gente”; y agregó: “Esto lo dijo el Imam Ahmad…”.
Los árabes antiguos con frecuencia describían a la gente noble como indulgente con las faltas de los demás en privado y en público. Un poeta árabe dijo: “Él era reservado y discreto, tanto que parecía enfermo estando sano”. Otro poeta árabe dijo: “Es un hombre noble que es discreto con las faltas de los demás en privado, y en batalla es un hombre arrojado y valiente”.
Otro poeta llamado Kuzair dijo también: “Si uno no puede pasar por alto las faltas de sus amigos se lo va a reprochar hasta el día de su muerte. Si uno no deja de escudriñar las faltas de los demás las encontrará con seguridad, pero nunca tendrá un amigo”.
Describiendo a Saladino, Ibn Al Azir, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, dijo: “Él, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, era perseverante, refinado, humilde y paciente con lo que le incomodaba. Con frecuencia se hacía el de la vista gorda con las faltas de sus compañeros. Él, con mucha cortesía, soportaba escuchar palabras incómodas de otros sin hacérselos saber o cambiar de semblante o actitud hacia ellos”.
De hecho, estos son valores morales de gente digna y noble. Si una persona desea llevar una vida digna y ganarse el amor y respeto de los demás, debe adoptar estos valores.
Los árabes solían recitar estos versos: “Una persona inteligente no es el amo de sus súbditos; el amo de sus súbditos es el que pretende no notar sus faltas”.
Se relata que Aisha, que Al-lah esté complacido con ella, que dijo: “Un día se reunieron once mujeres y prometieron compartir los secretos de sus esposos. Una de ellas dijo: ‘Mi esposo es como un leopardo cuando entra a la casa y se comporta como un león cuando sale; y no pregunta de lo que pasa cuando él no está’” (Bujari).
Una de las características del leopardo es dormir mucho, y por ello no está siempre pendiente de lo que pasa alrededor. Recuerda, querido lector, todos los eventos que sucedieron en tu día, revisa tu trato hacia los miembros de tu familia, hacia tus amigos, tus estudiantes, tus maestros, etc., y recuerda si has sido indulgente con sus faltas o has sido intolerante con cada pequeño error que han cometido. Si has sido intolerante con tu familia y amigos, aún tienes por delante muchas oportunidades para redimirte hasta el final de tus días. Puedes hacerlo y redimirte siendo tolerante e indulgente con las faltas de los que te rodean.
Un poeta árabe dijo: “No podrás mantener la amistad de tus hermanos si no puedes tolerar sus pequeñas faltas y errores. No existe ningún hombre perfecto y libre de defectos”. En verdad que ser indulgente con las faltas ajenas es una virtud de la gente noble y una gracia de Al-lah que la concede a quien Le place. Le pedimos a Al-lah que nos bendiga con Su gracia abundante.