La mujer musulmana y el cuidado de su mente
21/04/2009| IslamWeb
La musulmana prudente cuida su mente así como cuida su cuerpo, ya que ambos son muy importantes. Hace tiempo, el poeta Zuhair Ibn Abi Salma dijo: "La lengua de un hombre es la mitad de él, y la otra mitad es su corazón. Lo que queda, es nada más que la imagen de la carne y de la sangre". Esto significa que una persona está esencialmente compuesta de su corazón y de su habla; en otras palabras, lo que piensa y lo que dice. De ahí la importancia de cuidar nuestra mente y suministrarle toda clase de conocimientos provechosos.
La mujer musulmana es responsable tanto como lo es el hombre, por eso se le exige buscar el conocimiento, sea éste religioso o secular, que será de beneficio para ella. Cuando recita la aleya (que se interpreta en español): {...y di: ¡Oh, Señor mío! Acrecienta mi conocimiento.} [Corán 20:114], y escucha el hadiz: "Buscar conocimiento es un deber de todo musulmán" [Ibn Mayah], ella sabe que las enseñanzas del Corán y la Sunnah están dirigidas a los hombres y a las mujeres por igual, y que también está obligada a buscar los tipos de conocimiento determinados como obligatorios para los individuos y las comunidades (fard ‘ain y fard kifaiah). El buscar con afán dichos conocimientos es algo conocido por la sociedad musulmana desde el tiempo en que se hizo obligatorio.
La musulmana comprende el elevado valor al que ha sido elevada en cuanto al conocimiento desde los primeros días del Islam. Cierta vez, las mujeres de los Ansar le pidieron al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam: "Designa un día especial para nosotras para poder aprender de ti, pues los hombres han tomado todo tu tiempo y no nos han dejado nada para nosotras". Él les dijo: "Vuestro tiempo será en la casa de... (y mencionó a una mujer)". De esa forma, él fue a reunirse con ellas a aquel lugar y les enseñó.
Las musulmanas tenían un vívido deseo de conocimiento, y nunca se sintieron demasiado tímidas como para no hacerle preguntas acerca de las enseñanzas (ahkam) del Islam, pues como dice el Corán (lo que se interpreta en español) {Al-lah no se avergüenza de la verdad...} [Corán 33:53].
Muchos relatos ilustran la confianza y madurez con la cual las primeras musulmanas planteaban sus preguntas al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, gran maestro, buscando comprender su religión más cabalmente.
‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, relató que Asma’ Bint Iazid Ibn As Sakan Al Ansariah preguntó al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, acerca de efectuar el gusul después de un periodo menstrual. Él dijo: "Quien haya finalizado su periodo que tome agua y se purifique adecuadamente, luego que viertan agua sobre la zona afectada y coloque una pieza de tela que haya sido perfumada con almizcle". Asma’, que Al-lah Esté complacido con ella, preguntó: "¿Cómo debe purificarse?” El Profeta dijo: "¡Subhan Al-lah! Lavándose". ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, le dijo en secreto: "Limpia los rastros de sangre".
Asma’ también le preguntó acerca de cómo se debe efectuar el gusul cuando uno está en estado de yanabah (estado de impureza después de haber tenido una relación sexual o un orgasmo voluntario o involuntario). Él dijo: "Debes tomar agua y purificarte adecuadamente, bañándote por completo. Primero vierte agua sobre tu cabeza y frótala para que llegue a las raíces del cabello, y finalmente vierte agua por todo tu cuerpo". [Muslim] ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, dijo: "¡Cuán buenas son las mujeres de los Ansar! La timidez no les impidió entender su religión correctamente".
Las mujeres de esa generación única jamás vacilaron en esforzarse por comprender su religión. Realizaban preguntas directamente al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, sobre cualquier cosa que les sucedía. Si dudaban de la opinión de una persona (fatwa) o no estaban convencidas de ello, averiguaban más allá hasta asegurarse de comprender el asunto correctamente. Ésta es la actitud de la mujer prudente e inteligente.
El Islam ha hecho de la búsqueda del conocimiento algo obligatorio, tanto para las mujeres como para los hombres, tal como el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, lo dijo: "Buscar el conocimiento es un deber de todo musulmán". [Ibn Mayah]
Las musulmanas de todos los tiempos y lugares, comprendieron la importancia de procurar conocimientos beneficiosos, y los efectos positivos que esto tiene en su propio carácter, sus hijos, sus familias y sus sociedades. Por tal razón, buscaban con entusiasmo el conocimiento, esperando aprender todo lo que las beneficiara en este mundo y en el próximo.
Está libre de supersticiones
La musulmana bien informada e inteligente evita todas las supersticiones necias y los mitos sin sentido, tendientes a llenar las mentes de las mujeres ignorantes e incultas. La mujer musulmana que entiende las enseñanzas de su religión cree que consultar y aceptar las palabras de los adivinos, agoreros, magos y otros dispensadores de superstición y mitos, es uno de los mayores pecados que anulan las buenas acciones de la creyente. Y además, está convencida de que ello marcará su destino en la vida futura. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: "Quien vaya a un adivino y le consulte, sus oraciones no serán aceptadas durante cuarenta días". [Muslim]
Abu Hurairah relató que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: "Quien vaya a un adivino y crea lo que le diga, habrá descreído lo que fue revelado a Muhammad".[Abu Dawud]
El conocimiento indispensable que una musulmana necesita adquirir
Lo primero que una musulmana necesita saber es la lectura correcta del Corán (con tayuid si es posible) y su significado. Luego debe aprender algo sobre hadiz, la vida del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y la historia de las mujeres de los Sahabah y los Tabi‘in, figuras prominentes del Islam. Además, debe adquirir tanto conocimiento de Fiqh como necesite para asegurarse de que su adoración y sus relaciones diarias sean correctas, y también debe tener un dominio sólido de los principios básicos de su religión.
Después debe dirigir su atención a su especialidad primordial en la vida: el cuidado apropiado de su casa, marido, familia e hijos, porque ella es la única que fue creada especialmente por Al-lah, Glorificado sea, para ser madre y para dar tranquilidad y felicidad al hogar. Ella es la única a quien el Islam ha concedido la inmensa responsabilidad de educar hijos inteligentes y valientes. Ninguna mujer puede hacer todo esto a menos que sea de mente receptiva e inteligente, de fuerte personalidad y pura de corazón. Por eso, ella está en mayor necesidad de educación, corrección y guía, para desarrollar su personalidad islámica distintiva.
Es algo imprudente para la educación de las mujeres ser meticulosos, lo mismo que para con los hombres. Existen algunas materias que interesan solamente a las mujeres y que los hombres no pueden abordar; y existen otras materias que interesan solamente a los hombres y que las mujeres no pueden abordar. Hay cosas para las cuales fueron creadas las mujeres y otras para las cuales fueron creados los hombres, y cada persona debe llevar a cabo la actividad por la cual fue creada, tal como lo enseñó el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam.
Cuando la mujer musulmana procura aprender y especializarse en algún campo del conocimiento, debe tener en cuenta la enseñanza islámica en lo referente a su constitución intelectual, psicológica y social, para prepararse a sí misma y cumplir el propósito básico por el cual fue creada. Y de esa manera se transforma en un miembro productivo y constructivo de su familia, sociedad y Ummah, sin ser una imitación de los hombres o compitiendo con ellos en el trabajo o asumiendo una posición entre los hombres, como vemos en las sociedades que no diferencian entre los varones y las mujeres en su currículum educacional y en sus derechos laborales.
Cualquiera que sea la especialidad académica de la mujer, tratará de entenderla concienzudamente y hacer su trabajo perfectamente, de acuerdo a la siguiente enseñanza del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam: "Al-lah, Glorificado sea, Quiere para vosotros que cuando hagáis algo lo hagáis bien". [Al Baihaqi]
Nunca deja de leer y estudiar
La musulmana no deja que sus deberes domésticos y sus responsabilidades como madre le impidan leer holgadamente, porque comprende que la lectura es la fuente que le suministrará el nutriente y conocimiento necesario para que su mente florezca y crezca.
La musulmana comprende que la búsqueda de conocimientos es un deber exigido por su Fe para que no cese de nutrir su mente con sabiduría, no importa cuán ocupada esté con el trabajo casero o el cuidado de sus hijos. Ella puede tomar los ratos libres del día para sentarse a leer un buen libro o una revista informativa y útil, para así poder ampliar sus horizontes con algún conocimiento académico, social o literario, y de ese modo acrecentar sus capacidades intelectuales.