El Islam es una religión de paz en el sentido más amplio de la palabra. El Corán llama a su camino: {... los caminos de la paz...} [Corán 5:16]. Describe la reconciliación como la mejor opción [Corán 4:128], y afirma que Al-lah aborrece cualquier perturbación de la paz [Corán 2:205].
El Islam tiene como raíz la palabra silm, que significa paz. Por eso el espíritu del Islam es el espíritu de la paz. El primer versículo del Corán inspira el espíritu de la paz, dice: “En el nombre de Al-lah, el Más Misericordioso, el Más Compasivo”.
Este versículo se repite en el Corán nada menos que 114 veces. Demuestra la gran importancia que el Islam concede a conceptos como la misericordia y la compasión. Uno de los nombres de Al-lah, según el Corán, es As-Salam, que significa “el Pacificador”. Además, el Corán afirma que el Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, fue enviado por Al-lah como una misericordia para la humanidad [Corán 21:107].
Una lectura del Corán muestra que la mayoría de sus versículos (y también los hadices) se basan en la paz y la bondad, ya sea directa o indirectamente. La sociedad ideal, según el Corán, es Dar As-Salam, es decir, la Morada de la Paz [Corán 10:25].
El Corán presenta el universo como un modelo caracterizado por la armonía y la paz [Corán 36:40]. Cuando Al-lah creó los cielos y la tierra, ordenó las cosas de tal manera que cada parte pudiera desempeñar su función pacíficamente, sin colisionar con ninguna otra. El Corán nos dice: {No le es posible al sol alcanzar a la Luna, ni la noche puede adelantarse al día. Cada [astro] circula en su órbita.} [Corán 36:40]. Por lo tanto, durante miles de millones de años, el universo entero ha estado cumpliendo su función en total armonía con Su plan divino.
Según el Islam, la paz no es simplemente la ausencia de guerra. La paz abre las puertas a todo tipo de oportunidades que se presentan en cualquier situación. Solo en una situación de paz son posibles las actividades planificadas. Por eso el Corán dice: {...un acuerdo (justo) es lo mejor...} [Corán 4:128]. Del mismo modo, el Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él ha dicho: “Al-lah concede a la gentileza (rifq) lo que no concede a la violencia ('unf)” (Abu Dawud).
Según el Islam, la paz es la regla y la guerra es solo una excepción. Incluso en la guerra defensiva hay que analizar su posible resultado; si el resultado es dudoso, los musulmanes deben evitar la guerra. Los actos de agresión aislados no son suficientes para que los musulmanes se precipiten a la guerra. Tienen que evaluar toda la situación y adoptar una política de evitarla cuando no es seguro que la guerra tenga un resultado positivo.
En realidad, la misión de todos los profetas, desde Adam (Adán) hasta 'Isa (Jesús), la paz sea con ellos, era una y la misma: establecer la ideología del monoteísmo en el mundo, para que los seres humanos adoren al Dios Único. Como sabemos, fueron enviados un gran número de profetas en la antigüedad, pero el mensaje del monoteísmo se quedó en la etapa inicial; no pudo culminar en revolución.
En la antigüedad, el sistema de la monarquía estaba arraigado en todo el mundo. Los reyes, para asegurar sus intereses políticos, adoptaron la vía de la persecución religiosa. Estos reyes suprimían todos los movimientos religiosos que fueran diferentes a la religión oficial del Estado. Cortaban de raíz toda “apostasía”, ya que consideraban que la religión era una cuestión de afirmación de la lealtad al Estado. Si una persona se adhería a una religión distinta a la del Estado, se lo consideraba un rebelde.
Por eso, en la antigüedad, los movimientos proféticos no podían ir más allá del estado de da'wa, o invitación al Islam. Apenas surgía un movimiento basado en el monoteísmo, se activaba el sistema político coercitivo para erradicarlo de raíz. La razón de la ausencia de cualquier registro histórico de profetas (además del Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) en la antigüedad se debe a la intensa oposición de estos sistemas políticos coercitivos.
Todos los profetas de la antigüedad, históricamente hablando, eran como seres míticos, más que seres humanos reales aceptados como figuras históricas. El Profeta 'Isa (Jesús), la paz de Al-lah sea con él, fue el último eslabón de la cadena de estas persecuciones a las que se enfrentaron los predicadores del monoteísmo. Luego, Al-lah decretó la abolición de este sistema político coercitivo, aunque implicara el uso de la fuerza para que la era de la persecución religiosa terminara para siempre y fuera reemplazada por la era de la libertad religiosa. Este plan divino se llevó a cabo a través del Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y sus compañeros, que Al-lah esté complacido con todos ellos. Esta es la orden dada en el Corán: {Combatan [a los criminales] hasta que cese la opresión y todos puedan adorar libremente a Al-lah} [Corán 8:39].
Fue así como, el Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, recibió la ayuda divina especialmente en forma de un poderoso equipo formado por cien mil individuos. Equipado con este grupo, el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, emprendió la guerra para acabar con este sistema coercitivo de persecución religiosa, y fue en Arabia donde fue derrocado en primer lugar. Luego, en un lapso de tiempo muy corto, avanzaron los musulmanes para abolir el sistema coercitivo establecido por los imperios sasánida (persa) y bizantino.
A raíz de este proceder islámico, el sistema coercitivo fue abolido para siempre en la mayor parte del mundo habitado de la época. Esta guerra emprendida por el Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y sus compañeros no fue una guerra como se entiende comúnmente, sino más bien una operación divina, que fue llevada a cabo por personas que poseían un alto nivel de valores y moralidad.
Sin embargo, esta operación fue ciertamente de naturaleza temporal. Su objetivo era poner fin a la era de la persecución religiosa para dar paso a la era de la libertad religiosa. Este fin se alcanzó plenamente durante el primer período del Islam, la época de los califas rectos y piadosos. Después llegó el momento de mantener la espada en su vaina y dedicarse a la labor de da'wa, es decir, invitar a Al-lah, que era el objetivo real y permanente del Islam.
No es exagerado decir que el Islam y la violencia son contradictorios entre sí. El concepto de violencia islámica es tan obviamente infundado que, a primera vista, se rechaza. El hecho de que la violencia no sea sostenible en el mundo actual es suficiente para convencer a uno de que la violencia, como principio, es bastante ajena al esquema del sistema Islámico. El Islam afirma ser una religión eterna y una religión así no puede permitirse un principio en su esquema que no sea sostenible en períodos posteriores de la historia humana. Intentar vincular la violencia con el Islam equivale a poner en duda la propia eternidad de la religión islámica.
No es de extrañar entonces que el Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, soliera suplicar tan fervientemente a su Señor en su oración diaria: “Al-lahumma, Tú eres la paz; de Ti procede toda la paz, y a ti vuelve toda la paz. Así pues, haz que vivamos en paz; y déjanos entrar en el Paraíso: la Casa de la paz. Bendito Seas, Señor nuestro, poseedor de toda la Majestad y el Honor”.
(Extracto resumido de El hombre que el Islam edifica, por Maulana Wahiduddin Khan)
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