Siempre es mejor intentar vivir de acuerdo a los mandates de Al-lah que seguir nuestros propios deseos engañosos. Un ejemplo de esto es la célebre anécdota de ‘Ali ibn Abi Talib en el campo de batalla. Su enemigo cayó debajo de él, indefenso para el golpe de gracia. En ese momento, escupió el rostro de ‘Ali. ‘Ali detuvo su golpe y se alejó. Su oponente, atónito, le preguntaba por qué. Su acción habría emergido no de la obediencia a Al-lah, sino de su propia ira, haciendo de este acto algo falso.
‘Ali reconoció que golpear en ese momento habría sido transferir su sumisión de lo divino a la dunia (al mundo), haber estado controlado por las acciones de su enemigo o sus emociones físicas. Si esta historia es verdadera, queda más que demostrado el carácter sólido de ‘Ali, quien quería que su corazón fuera motivado solo por Al-lah y por Su causa, no por los engaños de esta dunia.
Él sacrificó demostrar su fuerza física (en ese momento), para poder respetar los límites que Al-lah Ha Establecido (no matar por caprichos o motivos personales). Él sabía que todo el poder en este mundo viene solo de Al-lah, y este poder pierde su significado si no es usado en Su camino. Mediante este tipo de acción, Al-lah lo Hizo, y a muchos otros Compañeros del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, uno de Sus siervos más fuertes y sabios.
El poder de Al-lah
Los profetas de Al-lah y aquellos que poseen conocimiento religioso se mantienen alejados de las cosas que puedan nublar su juicio en cualquier situación. En primer lugar, ellos saben que no existe ningún asbab (medios o caminos) para nada excepto mediante la expresa voluntad de Al-lah. Es siguiendo las órdenes y prohibiciones que Al-lah Ha Prescrito para nosotros lo que nos permite conocer y ver la verdad y apegarnos a ella, y ver la falsedad como tal y evitarla. El engaño es la única otra alternativa. Existe un ejemplo contundente de esto en el Corán. Cuando Talut o Saúl, partió para derrotar a Goliat, probó a sus hombres prohibiéndoles que bebieran de un río cercano durante su marcha, diciendo (lo que se interpreta en español): {… quien beba de él no será de los míos…} [Corán 2:249] Casi todos los hombres, quizás pensando en la larga caminata que seguía y en cuánto necesitarían de agua para mantener su fuerza física, bebieron del río, desobedeciendo al Profeta de Al-lah. Ellos habían olvidado la veracidad de la hawla wa la quwwata il-la bil-lah, y calcularon la fuerza y la habilidad por medios físicos, en lugar de comprender que Al-lah Tiene poder por sobre todas las cosas y Da el éxito a quien Él Quiere.
Saúl cruzó el río, y quienes habían bebido el agua dijeron (lo que se interpreta en español): {… Hoy no podremos hacer nada contra Goliat y sus soldados…} [Corán 2:249], ¡y se rindieron! ¡Al desobedecer al Mensajero de Al-lah ellos perdieron el verdadero poder (de la fe) de Al-lah! {…En cambio, quienes tenían certeza de que comparecerían ante Al-lah exclamaron: ¡Cuántas tropas pequeñas derrotaron a grandes ejércitos con la anuencia de Al-lah! Y Al-lah Está con los pacientes.} [Corán 2:249] ¡Subhan Al-lah! Los hombres que obedecieron a Saúl y sabían que toda fuerza y poder está con Al-lah obtuvieron una profunda comprensión, y Al-lah les Dio la habilidad para vencer al enemigo: {Y cuando se enfrentaron a Goliat y sus huestes, dijeron: ¡Oh, Señor nuestro! Danos paciencia, Afirma nuestros pasos y Concédenos la victoria sobre los incrédulos. Vencieron con la anuencia de Al-lah, y David mató a Goliat; y Al-lah le concedió [a David] el reino y la sabiduría [la profecía], y le enseñó lo que Él Quiso…} [Corán 2:250-51]
La decisión es nuestra
Los creyentes saben que el poder supremo de Al-lah es evidente en todas las cosas que ellos ven en este mundo, y que sus mismas habilidades les fueron otorgadas solo por Al-lah, y que también pueden ser Tomadas por Él en su momento. Algunas veces, los Compañeros del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, fueron sacudidos por el temor de estar vivos un instante y al siguiente ya no. Vivir con tal conciencia es vivir con total conocimiento de la rububiah de Al-lah, es decir, Su absoluto Señoría sobre Su creación.
El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, se refería a Al-la como “Quien Tiene mi alma en Sus Manos”. Esto era el resultado del increíble sentido de temor que tenía hacia su Creador, Al Hai y Al Mumit, El que Da la vida y Da la muerte. Al-lah Dio al Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, y sus Compañeros la fuerza y la victoria definitivas en esta vida. Pero, ¿por qué la mayoría de nuestros correligionarios tienen un sentimiento tan drásticamente diferente?
Esto contrasta de forma muy marcada con nuestra situación, porque el estado de los Compañeros era el resultado de un esfuerzo consciente y una elección deliberada. Los creyentes recuerdan constantemente el absoluto poder de Al-lah sobre la existencia. Los incrédulos, por otro lado, no ven los signos de Al-lah en ningún lado. La razón de esto es muy simple: el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Al-lah dice: ‘Yo Soy según la contemplación de Mis siervos; Estoy con ellos cuando Me recuerdan. Si él Me recuerda en privado, Yo también lo recuerdo en privado’…”.
Imagina eso: la cercanía entre Al-lah y el ser humano depende de cuán a menudo decidimos abrir nuestros corazones y volvernos a nuestro Creador con gratitud y arrepentimiento. Si no nos volvemos hacia Al-lah, no tenemos ninguna garantía de que Él Se volverá hacia nosotros. Al-lah Es At-Tawwab, a Quien todos retornan en arrepentimiento. Pero si nos volvemos hacia Él, Él Se Volverá hacia nosotros, nos Otorgará conocimiento sobre Él, Fortalecerá nuestros corazones, y Abrirá las puertas para que avancemos en el Ajirah, la verdadera vida que está por venir.
Él es el Único que Purifica el intelecto de Sus siervos y les Da el criterio para comprender el valor de las cosas de este mundo en esta vida, hasta que se encuentren con Él en la otra. Al-lah Da a Sus siervos obedientes el criterio para reconocer la verdadera naturaleza del poder y la fuerza, y el verdadero valor de las cosas que los rodean y las acciones que deciden hacer. Existe una conexión entre estas tres cosas –el criterio divino, la verdadera naturaleza del poder, y el valor real de las cosas y acciones– sobre las cuales el ser humano instintivamente se basa, incluso en sus interacciones cotidianas con los demás. Debemos observar esta parte de nuestra naturaleza humana en nuestras interacciones diarias con Al-lah. Porque no existe poder ni fuerza ni valor excepto por medio de Él.