El Islam se preocupa por resolver dos de los más grandes problemas que afectan a nuestras sociedades: la pobreza y el desempleo. Desde el comienzo, notamos que se establecieron una serie de ordenamientos y preceptos para prevenir que esta calamidad caiga sobre los hombres, porque son dos desgracias que pueden hacer mucho daño a la sociedad, tanto así que pueden hasta destruirla. La estrechez y la falta de trabajo pueden afectar el comportamiento, la moral y la creencia del individuo. Es un hecho confirmado por las estadísticas y la misma realidad, que estas dos desgracias tienen un efecto directo sobre la salud psicológica de la personas, especialmente sobre quienes están lejos de la creencia y la práctica religiosa; como consecuencia, muchos caen en el consumo de sustancias embriagantes y alucinógenas, y el crimen (robos, asesinatos, violaciones, etc.) se incrementa alarmantemente. Es una catástrofe en todo el sentido de la palabra, y por eso nuestro amado Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, en una sola súplica pedía la salvación de caer en la incredulidad y la pobreza, decía: “¡Oh Al-lah! me refugio en Ti de la incredulidad y la pobreza”. [Abu Dawud, An-Nasai’ y Ahmad]
De la misma manera en que la pobreza y el desempleo ensombrecen la vida de millones de personas en la actualidad, en el pasado las cosas no eran mejores, la única diferencia es el número de habitantes y el modo de vida, pero en sí, las consecuencias son y fueron siempre las mismas. Por tal motivo, el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, presentó la solución práctica y gradual basada en los preceptos de la Shari’ah (jurisprudencia islámica). Inició urgiendo e instando a la gente a que actúen y trabajen para lograr el sustento lícito, además, enseñó que ningún trabajo es vergonzoso o indigno, a menos que sea relacionado con las cosas que Al-lah Prohibió, fundó nuevas profesiones y empresas con las que la gente encontró la forma de ganarse lo que necesitaban. Los Profetas, la paz sea con todos ellos, enseñaron con su propio ejemplo que el ser humano debe esforzarse para conseguir su alimento y provisión, dijo el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam: “Nunca existió nadie cuyo sustento fuera mejor que el que se consigue con el esfuerzo propio, y el Profeta Dawud (David), la paz sea con él, no comía nada que no se hubiera ganada con su trabajo”. [Bujari]
El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, no fue la excepción a la regla; es sabido que siendo niño trató de colaborar con los gastos del hogar de su tío trabajando como pastor y luego, siendo ya mayor, fue comerciante. Abu Hurariah, que Al-lah Esté complacido con él, relató que el Enviado de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Todos los Profetas de Al-lah fueron pastores de ovejas”; sus Sahabah le preguntaron: “¿Tú también?” Respondió: “Yo fui pastor de ovejas, trabajaba para gente de la Meca pastoreando sus rebaños en las cercanías de la ciudad”. [Bujari]
Uno de los aspectos más importantes establecidos por el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, fue la relación indiscutible entre el trabajo y la adoración a Al-lah, es decir, que el trabajo es una forma de adorar a Al-lah y que con él se logra Su recompensa y anuencia.
El Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, siempre enseñó que es mejor trabajar que pedir ayuda, así el trabajo que se realice sea considerado por algunos como de pobres o desesperados, el trabajo no es vergüenza, como dijimos, y por eso el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Que una persona tome un lazo para reunir leña, luego la cargue sobre su espalda y vaya vendiéndola, logrando de esta manera el sustento de Al-lah, es mejor que si le pidiera ayuda a la gente, así esta le diera o no”. [Bujari]
Igualmente, encontramos al Enviado de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, impulsando proyectos nuevos e ideas que ayudaron a mejorar la situación económica de su pueblo. Es sabido, según lo registrado por Bujari, que Al-lah lo Tenga en Su misericordia, que cuando los Muhayirun (la gente que emigró de Meca a Medina) salieron de la Meca, dejaron todos sus bienes y riqueza atrás. Al llegar a Medina, los Ansar (habitantes de Medina que habían aceptado el Islam), viendo la gravedad de la situación en la que se encontraban sus hermanos de Meca, se dirigieron al Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, y le ofrecieron repartir por igual las tierras y palmeras datileras que tenían. El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, se negó. Entonces, ellos propusieron que los Muhayirun que fueran socios en las ganancias (los frutos), los Ansar darían las tierras y las palmeras, y los Muhayirun se encargarían del cultivo, cuidado, suministro y cosecha de las plantaciones. La idea tuvo buena acogida y fue aprobada por todos.
También, prohibió uno de los más grandes cánceres que carcome la sociedad desde sus cimientos, el interés en los préstamos y la usura. Cuando alguien necesita de un préstamo se le debe ayudar en vez de hundirlo, como hacen los bancos y prestamistas. En el Islam, el interés y la usura son rotundamente prohibidos tanto en el Corán como en la Sunnah, dijo el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam: “Eviten los siete pecados más grandes (los capitales): la idolatría…, cobrar intereses en los préstamos y transacciones comerciales…”. [Bujari y Muslim]
Cómo afrontó el Profeta Muhammad la pobreza y el desempleo (Parte 2)
Cómo afrontó el Profeta Muhammad la pobreza y el desempleo (Parte 3)