- La arenga del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, a sus Sahabah, que Al-lah esté complacido con él, para luchar contra los enemigos:
El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, educaba a sus Sahabah, que Al-lah esté complacido con ellos, para que tuvieran una voluntad firme como las montañas. Así pues, llenó sus corazones de valentía, coraje y esperanza para conseguir la victoria sobre sus enemigos. Seguía la estrategia del palo y la zanahoria para formar esta fuerte voluntad, pues les incitaba a través de mencionarles la recompensa de los luchadores por la causa de Al-lah, Glorificado Sea, y les advertía del castigo de abandonar la lucha y escapar de la batalla. Asimismo les hablaba acerca de los elementos y las razones de la victoria para que las adoptaran y aplicaran, así como les advertía de las razones de la derrota para que las evitaran y no incurrieran en ellas.
Así el Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, incitaba y exhortaba a sus Sahabah, que Al-lah esté complacido con él, para luchar y además les aplicaba lo que Dice Al-lah, Alabado Sea, en la aleya que Dice (que se interpreta así en español): {¡Oh, Profeta! Exhorta a los creyentes a combatir [por la causa de Al-lah]. Por cada veinte hombres verdaderamente pacientes y perseverantes que hubiese en vuestras filas no deberán flaquear ante doscientos [combatientes enemigos], y si hubiere cien no deberán flaquear ante mil, y sabed que les venceréis, pues ellos no razonan [que su causa es injusta].} [Corán 8:65]
En la gran batalla de Bader el Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo a sus Sahabah, que Al-lah esté complacido con él: "Id por un Paraíso cuya anchura abarca los cielos y la tierra" Entonces dijo ‘Umair ibn Al Hamam Al Ansari, que Al-lah esté complacido con él: "¡Oh Mensajero de Al-lah! ¿Un paraíso cuya anchura abarca los cielos y la tierra?" Respondió: "Sí" El hombre exclamó: "¡caramba!" Entonces el Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le preguntó: "¿Y por qué exclamas así?" Respondió: "nada, Mensajero, sólo ruego ser uno de su gente (de la gente del Paraíso)" Entonces el Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le dijo: "Eres uno de su gente."
Así pues el hombre sacó de su morral dátiles, y siguió comiendo de ellos, luego dijo: "vivir hasta que acabe de comer mis dátiles me parece una vida muy larga. Así que echó lo que tenía de dátiles y se dirigió a luchar contra los enemigos hasta que murió como mártir".
También algunos de los aspectos de la preparación psicológica para el combate, es que el Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, les informaba a sus guerreros acerca de la muerte de los líderes de los politeístas, a fin de tranquilizarles más, además de ubicar el lugar de la muerte de cada uno de ellos. Asimismo, daba las albricias a los creyentes acerca de la victoria antes de comenzar la lucha, diciendo: "Albricias para, Abu Baker". El Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se paró diciendo a los Sahabah, que Al-lah esté complacido con ellos: "Juro por Aquel en Cuyos manos está el alma de Muhammad, que cualquier hombre que vaya a combatir teniendo paciencia, sabiendo que Al-lah es Quien Va a Recompensarle, avanzando y sin huir de la lucha, Al-lah le Hará entrar en el Paraíso."
Esta preparación sicológica influyó mucho en las almas de los Sahabah, que Al-lah esté complacido con ellos, y en quienes vinieron después de ellos.
Cabe destacar que el Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, pedía a los musulmanes que nadie hiciera nada salvo que él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, lo supiera y lo hubiese autorizado. Fue narrado bajo la autoridad de Anas, que Al-lah esté complacido con él: "… así se levantaron el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y sus Sahabah, que Al-lah se Complazca de ellos, hasta que llegaron antes que los politeístas a Bader, y luego vinieron los politeístas, entonces el Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam dijo: "Ninguno de vosotros puede hacer nada sin que me informe" [Muslim]. Entonces los politeístas se acercaron, y luego dijo el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam: "Id por un Paraíso cuya anchura abarca los cielos y la tierra", es decir, avanzad.
- La súplica y la petición de socorro del Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam:
Al-lah, Glorificado Sea, Dice (lo que se interpreta así en español): {Recordad cuando pedisteis socorro a vuestro Señor, y Él os Respondió: Ciertamente os auxiliaré con mil Ángeles que descenderán sucesivamente.} [Corán 8:9]
Cuando el Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, organizó las filas del ejército, dictó las órdenes a los musulmanes y les exhortó a combatir, luego volvió al toldo que fue levantado para él acompañado por Abu Baker, que Al-lah esté complacido con él, mientras Sa‘d ibn Mu‘adh, estaba en la puerta de la tienda para protegerlo con su espada desenvainada. Así el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se dirigió a Su Señor (Al-lah) diciendo en su súplica: "¡Oh Al-lah! Cumple lo que me Has prometido. ¡Oh Al-lah! Si Haces que este grupo de gente del Islam caiga derrotado, no Vas a ser adorado por nadie en la tierra." Así el Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, siguió suplicando y pidiendo el socorro hasta que se cayó su capa (por la posición de las manos y los brazos al suplicar), entonces Abu Baker, que Al-lah esté complacido con él, tomó la capa y la puso otra vez en los hombros del Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, diciéndole: "¡Oh Mensajero de Al-lah! Basta de rogar a tu Señor, pues Él Cumplirá lo que te Ha prometido." [Muslim] Entonces Al-lah, el Majestuoso y el Poderoso, Hizo descender la aleya en la que Dice (lo que se interpreta así en español): {cuando pedisteis socorro a vuestro Señor, y Él os respondió.} Asimismo en la narración de Ibn ‘Abbas, que Al-lah esté complacido con él, dijo: "el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, en el día de Badr dijo: "¡Oh Al-lah! Te ruego que Cumplas Tu Promesa, ¡Oh Al-lah! Para que Seas adorado." Luego Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con él, le tomó de sus manos y dijo: "Al-lah te Basta" Así pues salió el Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, recitando la aleya que Dice (lo que se interpreta así en español): {Pero ciertamente todos ellos serán vencidos y huirán} [Corán 54:45]" [Al Bujari].
Ibn Ishaq, que Al-lah le dé Su perdón, narró: "el Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: "¡Oh Al-lah! Éstos son Quraish, han venido con su arrogancia y gloria para desafiarte y desmentir a Tu Mensajero. ¡Oh Al-lah! Te ruego la victoria que me Has prometido."
Esa es una importante lección divina para cada líder o individuo en abstenerse de los deseos y refugiarse en Al-lah, el Todopoderoso, únicamente. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se mantuvo prosternándose y rogando hasta se le cayó su manto de sus hombros, mientras alzaba sus manos pidiendo el socorro de Al-lah, el Misericordioso. Permanezca esta escena guardada en el corazón y el alma de la persona, para haga lo mismo en tiempos y situaciones similares, cuando tiene que llevar las responsabilidades y las cargas del liderazgo.
3. ¡Oh, Muhammad! Tú no fuiste quien arrojó el polvo que llegó a los ojos de los incrédulos en el combate, sino que fue Al-lah Quien lo hizo:
Después de suplicar el Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, a Su Señor en la tienda, y pedir socorro a Él, salió de la tienda y tomó en sus manos un puñado de arena echándola en la cara de los incrédulos y dijo: "Malos rostros" Luego ordenó a los Sahabah, que Al-lah esté complacido con ellos, que lucharan fuertemente, y, de hecho, eso fue lo que hicieron, mientras Al-lah, el Majestuoso, Puso aquella arena en los ojos de los incrédulos, hasta que todos ellos permanecieron ocupados en limpiar lo que les afectaba sus ojos. Por eso Al-lah, Alabado Sea, Dice (lo que se interpreta así en español): {y tú [¡Oh, Muhammad!] no fuiste quien arrojó [el polvo que llegó a los ojos de los incrédulos en el combate] sino que fue Al-lah Quien lo hizo.} [Corán 8:17]
Nos fijamos en que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, cumplió con los requisitos morales y materiales de la victoria, y luego se encomendó a Al-lah. Y así consiguieron la victoria y el apoyo de Al-lah, Glorificado Sea. En Badr se juntaron las medidas terrenales con el apoyo divino. Pues en el mundo material se deben tomar en consideración los medios y las causas materiales, encontramos que el estudio del terreno, el tiempo, el liderazgo y la moral de las tropas forman las principales fases de la decisión militar correcta. De hecho, el terreno estaba a favor de los musulmanes, el tiempo era adecuado, la existencia del liderazgo eficiente y la gran confianza en él y el alto estado de ánimo también les favorecían. Algunos de éstos factores los Aportó Al-lah, el Misericordioso, directamente, mientras que otros los aportó el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, poniendo en el corazón de sus Sahabah, que Al-lah se Complazca de ellos, las causas necesarias de la victoria.
Así la consideración de las razones materiales de la victoria se unieron con el éxito proveniente de Al-lah, Enaltecido Sea, hasta que ocurrió lo que ocurrió (la victoria de los musulmanes). Así que esto fue un ejemplo que los musulmanes tomaron por la Gracia de Al-lah cuando ellos, soldados y líderes, tenían rectas intenciones, obedecían la orden de Al-lah y cuando los musulmanes prestaban atención a las causas naturales del éxito.