Siham Aziz añora su amada Bagdad durante Ramadán, cuando solía despertarse al escuchar a un hombre que transitaba las calles gritando “¡Suhur, Suhur!”, a fin de despertar a los creyentes para que comieran algo antes del amanecer. Los niños del vecindario también van tocando de puerta en puerta llevando sus Fanus (faroles), una especie de servicio de despertador personal a cambio de algunos dulces.
En los minutos previos al Adhan (llamado a la oración), el olor del asado flota en la ciudad, pues la mayor parte de la gente prepara brochetas de carne a la parrilla al aire libre. Quienes rompen el ayuno, comen primero algunos dátiles y yogurt, y al regresar de orar en la mezquita toman sopa, comen brochetas, etc. La gente comparte la comida que prepararon con los vecinos, así que nadie pasa hambre en Ramadán. Las sobras se guardan para el Suhur (una comida ligera antes del tiempo del Fayer, con el fin de prepararse para el ayuno) del día siguiente.