Mi nombre es Jaisa Enia Gradiz Arce, actualmente tengo 27 años recién cumplidos, entré al Islam a mediados del 2003. Actualmente soy licenciada en biología.
Yo había oído hablar del Corán a mi padre, quien decía que era también un libro sagrado y que unos tíos de él lo tenían y lo guardaban celosamente, aunque él nunca lo leyó. En el año 2002 yo estudiaba en la USAC de Guatemala la carrera de zootecnia, y para ese tiempo, como toda muchacha no musulmana, asistía a fiestas. Conocí a un muchacho llamado Marcelo, y un día que íbamos en una excursión para Xela hu, en el camino me dijo que Al-lah me iba a componer; yo, ignorantemente, le contesté una grosería, me repitió lo mismo dos veces más, y a la tercera me quedé pensativa y no le dije nada más.
Yo tenía muchas dudas sobre mi religión, ya que el sacerdote no me daba respuestas claras y convincentes. Con el tiempo, entré a Internet a buscar sobre el Islam y ahí encontré muchas respuestas a mis preguntas, sobre todo en la página islam-guide.com, que habla sobre temas científicos como la formación de la tierra, las nubes, etc. Ese día, al leer todo eso, las lágrimas se me salieron al ver que aquello era cierto. Luego busqué en Nicaragua, que es donde actualmente vivo (soy nicaragüense), y un día el Sr. Anas Amer Quevedo tuvo la gentileza de conseguirme la dirección de una mezquita en Nicaragua. Me uní a la mezquita de Managua, donde me aceptaron de buen modo. Ya llevo dos años de usar el Hiyab y ahora no me veo sin él. Trato de seguir cada una de las cosas que el Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, nos sugiere y, sobre todo, que Al-lah, Subhanahu ua Ta’ala, quiere y tiene destinados para nosotros, y para mí como mujer desde luego. Yo trabajo, y aquí gracias a Al-lah he recibido muy pocos insultos, mi familia respeta mi decisión y si eso me hace feliz pues es bueno, es lo que dice mi mamá. Mi papá falleció hace un año, y aunque no era musulmán, mis hermanas en el Islam estuvieron conmigo, a mi papá le gustaba y me decía que le echara ganas. Mi esposo nunca se quiso convertir, a él le molestaba que hiciera mis salat (oraciones), cada vez que hacia el Wudú (la ablución) me decía que en vez de eso hiciera las cosas de él, que él era más importante. Un día me llegó a decir que me iba a prohibir volver a ir a la mezquita, y le contesté “con mi Din y mi Iman no te metas que vas a salir mal, Al-lah es más importante para mí que todo el mundo”. El Hiyab no le molestaba, pero su madre lo manipulaba para que no aceptara el Islam, y al final viví mucha violencia doméstica, se molestaba por todo, empezó a ser infiel, usaba drogas. En mis rezos le pedía a Al-lah salir de ese infierno y me lo concedió, el viernes 11 de marzo me salió el fallo del divorcio, alhamdulillah.
Ahora, hermanos y hermanas, soy completamente feliz, gracias a Al-lah, Subhanahu ua Ta’ala.
In sha Al-lah mi historia sirva de algo. Ma’salama.