Entre los muchos temas de interés para los no musulmanes, el tema del estatus de la mujer musulmana y el de sus derechos – o, mejor dicho, la percepción de que carecen de los mismos – parecen ser los más destacados. La imagen de la mujer musulmana que muestran los mediosde comunicación, usualmente rodeada de “opresión y misterio”, parece contribuir a esta percepción negativa que se tiene de ella.
La principal razón para que esto ocurra, es que las personas a menudo fallan en distinguir entre cultura y religión, dos cosas que son completamente diferentes. De hecho, el Islam condena la opresión de cualquier tipo, tanto hacia la mujer como hacia la humanidad en general.
El Corán es el libro Sagrado que guía la vida de los musulmanes. Este libro fue revelado hace 1400 años a un hombre llamado Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, quien fue un Profeta de Al-lah (Al-lah). Han pasado catorce siglos y este libro no ha cambiado, ni una sola letra ha sido alterada.
En la aleya 59 de la sura 33, titulado “Los Aliados”, Al-lah, Exaltado sea, Dice (lo que se interpreta en español): {¡Oh, Profeta! Dile a tus mujeres, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran [todo el cuerpo] con sus mantos; es mejor para que se las reconozca y no sean molestadas. Al-lah Es Absolvedor, MisericorAl-laho}
Este verso muestra que el usar Al Hiyab es algo necesario. La palabra Hiyab es usada para designar a la vestimenta que cubre todo el cuerpo, y no solamente la cabeza (como piensan algunas personas), que además sea holgada y que no sea demasiado llamativa.
A veces las personas, al ver una mujer musulmana cubierta, piensan que es una forma de opresión. Este es un pensamiento equivocado. Una mujer musulmana no es oprimida, de hecho, ella está liberada. Esto es porque ya no es más valorada por algo material, como su apariencia o la forma de su cuerpo. Ella compele a los demás a juzgarla por su inteligencia, bondad, honestidad y personalidad. Por lo tanto, la gente la juzga por quien ella realmente es.
Cuando las mujeres musulmanas cubren su cabello y usan ropa holgada, están obedeciendo las órdenes de su Señor de ser modestas, no se trata de una costumbre cultural o social. De hecho, las monjas cristianas cubren su cabello por modestia, y nadie las considera “oprimidas”. Las mujeres musulmanas están haciendo exactamente lo mismo, siguiendo los mandatos de Al-lah.
La vida de las personas que siguen el Corán ha cambiado drásticamente. Esto ha tenido un tremendo impacto en muchas personas, especialmente en las mujeres, puesto que esta fue la primera vez que el alma del hombre y la mujer fueron declaradas iguales – con las mismas obligaciones, al igual que las mismas recompensas.
En el Islam, por primera vez en la historia, a la mujer se le concedió independencia económica. El dinero que ella posee al momento del matrimonio, es de ella; al igual que el dinero que gana. En el Islam, la mujer tiene la libertad de escoger a su futuro marido y, en casos extremos, de pedir el divorcio. La mujer tiene el derecho de recibir educación, contrario a lo que piensa el mundo actual. La responsabilidad es de la persona que la cría o la tiene a su cuidado.
El Islam es una religión que tiene a la mujer en muy alta estima. En el pasado, el nacimiento de un bebé varón, era motivo de un gran regocijo en la familia. En cambio, el nacimiento de una niña era recibido con mucho menos entusiasmo y alegría. A veces incluso se despreciaba tanto a las niñas, que eran enterradas vivas. El Islam ha estado siempre en contra de esta discriminación irracional y el infanticidio del que eran víctimas las niñas.
El Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “La búsqueda del conocimiento es una obligación para todo musulmán (hombre o mujer)”. Ambos, el hombre y la mujer, tienen la capacidad de entender y aprender. Ya que es una obligación el promover el buen comportamiento y rechazar el mal comportamiento en todas las esferas de la vida, la mujer musulmana debe adquirir la educación apropiada para cumplir con este deber en concordancia con sus talentos naturales e intereses.
El mantenimiento de su hogar, el brindar apoyo a su esposo, criar y educar a sus hijos, son algunas de las más importantes tareas que cumple la mujer; y si tiene la capacidad de trabajar fuera de su casa para el bien de la comunidad, entonces ella puede hacerlo. Sin embargo, esto está permitido siempre y cuando haya cumplido cos sus obligaciones familiares, y cumpla con el código islámico de vestimenta y conducta, sin mezclarse con los hombres en el lugar de trabajo.
El Islam reconoce y acepta las diferencias naturales entre hombres y mujeres, al igual que sus cualidades. Algunos tipos de trabajo son más apropiados para las mujeres y otros para los hombres. Esta diferenciación de ninguna manera intenta disminuir el esfuerzo o beneficiar a un género sobre el otro. Al-lah Recompensará a ambos géneros de la misma manera, según el valor de su trabajo, aunque no necesariamente se hayan desempeñado en la misma esfera de actividad.
Los dos grandes roles que una mujer desempeña en esta vida son el de esposa y madre. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, una vez dijo a un grupo de sus Compañeros, que Al-lah esté complacido con ellos: “Los mejores entre ustedes son aquellos que tratan mejor a sus esposas”. Esto demuestra que el Islam insiste fuertemente en tratar bien a las esposas. Ellas deben ser amadas, respetadas y protegidas. Las esposas musulmanas tienen varios derechos, orientados a incentivar el amor y la seguridad que deben estar presentes en el matrimonio. El primero de los derechos de las esposas es recibir la dote, un regalo del esposo, lo cual es parte del contrato matrimonial y un requisito para la legalidad del matrimonio.
El segundo derecho de la esposa es la manutención. A pesar de la riqueza que ella pueda poseer, su esposo está obligado a proveerla de alimentos, refugio y ropa. Sin embargo, él no está obligado a hacer gastos mayores a sus posibilidades, y su esposa no tiene derecho a hacer demandas irrazonables.
Con respecto a la maternidad, el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “El Paraíso se encuentra bajo los pies de la madre”. Esto implica que el éxito de una sociedad puede atribuirse a las madres que la levantaron. El sentido de seguridad, el afecto y la educación que la madre brinda, es lo que ejerce mayor influencia sobre una persona. Por lo tanto, la mujer que tiene hijos debe educarse y concientizarse para lograr ser una excelente madre.
En cierta ocasión, un hombre se acercó al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y le preguntó: “¿Quién de entre mis parientes es merecedor de mi mejor trato y compañía?” El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le respondió: “Tu madre” tres veces antes de decir “tu padre”. Esto indica la importancia que la madre tiene en la vida de una persona. Por eso las mujeres son altamente honradas en esta gran religión.
El Islam es una religión que trata a las mujeres de manera justa. A la mujer musulmana se le ha otorgado un rol, deberes y derechos desde hace 1400 años, de los cuales, aun en la actualidad, no disfrutan las mujeres en Occidente. Estos derechos provienen de Al-lah y han sido establecidos para mantener el balance en la sociedad; lo que es visto como “injusto” o “inexistente” en ciertas circunstancias, es explicado o compensado en otras.